No a la guerra… es el grito de un joven mexicano que escribió a los medios de comunicación, expresando sin duda, el sentir generalizado de la mayoría de los que vivimos en este planeta. Desde su juventud nos dice que es una protesta sincera y desinteresada a los gobiernos de los países que tienen en sus manos la paz del mundo, demandando de ellos que atiendan este sentimiento de sus gobernados. Agrega su impresión de que en el esquema de valores de quienes nos dirigen, la ambición, el ánimo de conquista y la lucha por el poder, están por encima del valor más grande de la humanidad: la vida misma. Por esta última reflexión se disculpa, diciéndonos que espera estar equivocado.
Qué pena sentí que un joven tenga que escribir en la flor de la edad una reflexión de esa naturaleza. Más la sentí ya que en esos días los medios informativos se mofaron del presidente Fox por haber dicho que había manifestado “a través de unos telefonazos” nuestro desacuerdo como país a la guerra y nuestro esfuerzo por evitarla. Estoy de acuerdo que la mofa fue por el lugar y la forma como lo expresó, y no por su postura en este sentido, ya que como jefe de la nación, en ella ha sido consistente; pero aun así no se vale. El maestro Reyes Heroles solía decir “la forma es fondo”, pero como en toda regla, ésta también tiene sus excepciones y en temas de la naturaleza que nos ocupa, una mofa es grave para todos, y aún más para nuestros jóvenes. ¿En quién van a creer, si les hemos ido acotando cada vez más como sociedad la esperanza?
El presidente Fox debe estar muy preocupado, y pienso que la mayoría de los mexicanos lo estamos junto a él. La repercusión de la guerra en nuestro país sería muy grave, y más aún por tener hoy día un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El voto es directo y público y después del próximo informe de Hans Blix, (que al escribir este artículo aún no lo conocemos), Estados Unidos, estará muy atento al escuchar nuestra voz, y de una u otra forma ésta tendrá consecuencias.
Si es o fue un error tener uno de los quince asientos que conforman dicho Consejo, es algo que ponderarlo en este momento, es pérdida de tiempo. Lo tenemos y ahora hay que ejercerlo. En este aspecto creo yo que no debemos tener miedo y que debemos ser valientes y seguir siendo un país pacifista declarándolo, y no absteniéndonos como sugieren algunos analistas, aludiendo que con ello tendríamos menos costos.
A Estados Unidos no debemos temerle y debemos estar conscientes que en este momento está pasando por un muy mal momento por estar dirigido por un hombre envanecido de poder y de ignorancia. Aún así, tenemos la ventaja de que somos sus vecinos y quieran o no quieran nos necesitan al igual que nosotros a ellos y más nos necesitarían si desataran la guerra unilateralmente.
El odio y el rencor que despertarían serían inmensurables; la pérdida de vidas humanas por esta acción, llenaría de dolor a muchos para toda la vida y paradójicamente Estados Unidos se llenaría de miedo, lo que los llevaría a cerrar sus fronteras a la mayoría de los inmigrantes, pero no a nosotros, porque aunque no les gustemos, ellos saben que somos personas que sabemos trabajar, (lo dicen las cifras de divisas que ingresan anualmente a nuestro país), sobre todo en el trabajo que los estadounidenses no quieren hacer, como son los servicios, y además, saben aunque no lo reconozcan, que somos esencialmente un pueblo con valores.
Ojalá, como desea el joven mexicano, la razón impere y no haya guerra. Lo deseamos todos y nos unimos con él: No a la guerra.