Existen altas posibilidades de que contraiga matrimonio con una sobrecargo. Lo anterior es un juicio muy acertado si partimos de la base que durante este año el trabajo –bueno algunas escapaditas por sanidad mental- me ha mantenido en el aire más tiempo del necesario, gracias a lo cual la interrelación con el sexo opuesto se ha visto restringida a las diligentes señoritas de distintas líneas aéreas. Mis amigas ya perdieron toda noción de quién fui, tengo al club de fans en pleno abandono; las únicas mujeres que le brindan calor y abrigo a este columnista tienden a trabajar en Aeroméxico, Mexicana, Aeropatito y esa estupenda, puntual, barroca Aerocalifornia.
Existen breves momentos para pisar la tierra, tan escasos desgraciadamente; por ello la mente divaga, brinca de un lado para otro y ello provoca escriba yo puras idioteces. Hagan de cuenta que me fui a Real de Catorce con María Sabina y sus hongos y no he regresado. Que no se espere gran cosa de mí, he decidido tomar vacaciones a partir del 24 olvidándome del mundo hasta el día 5 de enero. Eso sí, seguiré publicando y para fin de año les prometo una serie bárbara (la subasta de muñecos) dentro de la cual tendré el inmenso placer de ofrecer al lector un completo, elegante, apreciado catálogo de políticos regionales y nacionales a nivel “miniatura” para quien esté en posibilidades se quede con alguno. Son francamente impresionantes, no necesitan pilas, casi todos padecen diarrea bucal, pero bueno, heme aquí relatando sandeces sin entrar en materia... Digo, a todos los escritores les encanta irse por la tangente cuando están secos, con la computadora en mano y ese leve, frustrante sentimiento que cala hondo y reza ¿Y hoy de qué les vas a hablar baboso? O la inevitable voz interior: ¡ya ves estúpido, tú solito te echaste la soga al cuello diciéndoles ayer que no mencionarías temas políticos y hoy ya ni se te ocurre nada, los vas a aburrir! Prefiero alejar esos sentimientos, jamás aceptar, asumir estar llenando un vacío a lo bruto. Prefiero marearlos que hacerlos dormir, es surreal y divertido. ¿A poco no se picaron ya?
Bueno, dicho lo anterior destaco que cuando piso tierra es en la Ciudad de México o en Torreón. Voy para La Laguna la semana entrante a dar guerra pues ando medio despistado, hay que engrasar la máquina, meterse en las calmadas aguas de la política local, tentear un terreno pacífico y plácido: el de los ociosos de café. Mientras hago mi arribo paso a ofrecerles cualquier cosa que de la capital les haga falta, de paso aprovecho para contarles lo que acontece en esta ciudad.
Bueno, para variar todo está tranquilo y armonioso. Las condiciones atmosféricas son las usuales: cielo azul despejado, cero contaminación y clima tropical. Se puede caminar por las calles con la seguridad de siempre, si en automóvil vamos los trayectos a la escuela, oficina o comercio cercano no suelen demorar más de hora y media. Dicho sea, en tan sublime país donde todo puede pasar, sí, sólo aquí un tabasqueño gobierna pero no le hace, la “región más transparente del mundo” es la envidia, joya de la corona. Con dos distribuidores viales y unas florecillas por Paseo de la Reforma ya la libramos, estamos salvados.
¿Y qué les cuento sobre los centros comerciales? Bueno, ahora más que nunca se encuentran vacíos, las dependientas están del mismo tonante, la exacta sonrisa de siempre. Es una chulada de bonita la ciudad en la noche: el capitalino transita calles y avenidas cantando, las estudiantinas llegaron para quedarse, la escolta del Peje ahora está compuesta por mujeres –debería ser regla- en fin, reina la calma decembrina.
¿Que si ya empecé a mandar regalos, hacer listas, pensar en los roperazos? ¡para nada! ¿Cuál es la prisa? El mero 24 de diciembre a las ocho de la noche agarro un camión conducido por nuestros corteses choferes del servicio público y voy en corto al “mall” a hacerlo con el tiempo a favor. Es más, aquí todos son tan atentos a las necesidades del prójimo que segurito y luego, luego arriban seis parroquianos a echarme una mano con los bultos.
Bueno, ya le voy a parar pues posiblemente transitarán hacia estados de envidia en Coahuila y Durango, se van a querer dejar venir en masa y yo sin nada en el refrigerador para ofrecerles. Hagamos un pacto: ustedes vienen, cuidan mi changarro y yo cumplo el oscuro deseo de estarme quieto en La Comarca unos días. Al fin y al cabo aquí todo es paz, he hablado –para variar- con la absoluta verdad. Nos vemos la semana entrante. ¿De veras no se les ofrece nada de aquí?
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