Por María Cecilia Aguilar Acuña
Foto: Sergio Reyes
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Candil de la calle y oscuridad en su casa, así reza el dicho que puede ser aplicable a algunas plantas de agua purificada que pese a que son sinónimos de limpieza, claridad y transparencia, la imagen de sus establecimientos se antepone a dichas virtudes. Además la resistencia del personal para facilitar el ingreso a ellas despierta sospechas.
Desde que apareció este tipo de negocios en la Comarca Lagunera, los comentarios en torno a que si en verdad el agua es sometida a ciertos procesos de purificación, no cesan. Todavía no terminan de llegar las respuestas en torno a esta inquietud, cuando los consumidores constatan que la industria de agua purificada va en aumento, pues ya son muchas las marcas que se encuentran en el mercado. La pregunta parece quedar en el aire.
De acuerdo al coordinador del organismo En Defensa del Ambiente, A.C., Rodrigo Martínez Rangel, el desconocimiento generalizado de los términos agua potable y agua purificada, parte de una idea netamente comercializadora que pudiera ser una de las razones por las que se ha acrecentado tanto el número de consumidores como empresas de este giro.
“Si se parte del hecho de que el agua potable de Torreón es una de las más puras y saludables del país e inclusive del mundo, no es indispensable la compra de agua purificada”, opina el también miembro del Colegio de Químicos Clínicos de la Comarca Lagunera, A.C. y luego agrega: “Torreón es de los pocos lugares donde podemos tomar agua de la llave, por eso no le veo el caso de comprarla embotellada cuyo proceso de purificación puede ser dudoso”.
Micros, pequeñas, medianas y grandes plantas purificadoras compiten entre sí tanto en calidad, precio y servicio. Se encuentran desde aquéllas que cuentan con todos los procesos de purificación –filtro de carbón activado, filtro de lecho profundo, suavizador, microfiltros, luz ultra violeta y osmosis inversa- hasta las que solamente tienen dos o tres procesos.
De acuerdo a la información generada por el titular de la Jurisdicción Sanitaria Número Seis, César Alejandro del Bosque Garza, al corte del día último del mes de junio, entre Torreón y Matamoros el padrón actualmente registra 32 plantas purificadoras que están reguladas bajo la Norma Oficial Mexicana (NOM-201-SSA-2002) que establece las disposiciones y especificaciones sanitarias que deben cumplir el agua y hielo para consumo humano y a granel, excepto la que es consumida directamente de los sistemas de abastecimiento.
Sobre los procesos establece que los propietarios de las plantas purificadoras pueden tener el que deseen, “aquí lo importante es que el resultado terminal, sea un producto purificado bajo los límites máximos permisibles de arsénico”.
Para el caso de aguas purificadas estos límites son .025 partes por millón y para el agua potable, .035 partes por millón, según el criterio de la norma mexicana.
Puntos sometidos a supervisión
Eduardo Cortés Delgadillo, titular de Regulación Sanitaria de la Jurisdicción Número Seis, asegura que como lo marca la Norma Oficial Mexicana, la industria de aguas purificadas está sometida a una inspección estricta y constante: “este tipo de establecimientos está dentro de una vigilancia sanitaria clasificada en los programas prioritarios de la Secretaría de Salud”.
“Y si existe una anomalía grave, con un riesgo inminente a la salud de los consumidores, se toma una medida de seguridad, que puede oscilar desde suspender actividades hasta asegurar su producto. Cuando son anomalías consideradas como ‘no graves’, se les otorga un plazo de Ley, para que den cumplimiento a los puntos que se les han señalado”.
Las plantas procesadoras de agua purificada están contempladas dentro de un programa prioritario, por tal razón, los verificadores de la Secretaría de Salud tienen que visitarlas por lo menos cuatro veces al año.
Para el ambientalista, Rodrigo Martínez Rangel, entre los puntos a cuestionar está la frecuencia en la que son visitadas las plantas por la dependencia de salud, “viene especificada en la norma la periodicidad, pero realmente cuánto tiempo pasa después de la última visita, cada 10 días, cada 20 días... ¿sí se hace?, ¿cuándo es?, ¿cada que les da su gana?, pues todos sabemos que existen plantas purificadoras que a simple vista dejan mucho que desear... por eso es la duda”.
Y es que la mayoría de las plantas purificadoras, carecen de muchos de los puntos que señala la norma, un caso concreto son los camiones repartidores, “son una porquería, son antihigiénicos, aparte la gente que los maneja no trae uniforme; estamos hablando de calidad y por ser un producto de consumo humano, todo debería ser impecable”, dice embozando una sonrisa irónica.
Considera que el problema de los camiones la Secretaría de Salubridad lo debería tomar como parte del establecimiento, “que también su equipo de reparto se revise, que los pinten, que estén limpios, que traigan su logotipo, que los choferes anden limpios... qué ganan con tener un camión nuevo si lo traen sucio, enlodado...”.
Plano arquitectónico hidráulico
La mayoría de las plantas purificadoras, sobre todo aquéllas que no tienen gran infraestructura, carecen de un plano arquitectónico hidráulico del área en que se procesa el agua.
Así lo confirma Juan Paulo López Recio, propietario del Agua del Ojito, quien sí permitió a El Siglo de Torreón, recorrer esta planta que abrió en marzo sus puertas bajo un nuevo concepto: “la transparencia, por eso la idea de dejar a la vista el proceso a través de esas grandes vidrieras”.
“El que nada debe, nada teme”, expresa con seguridad, para luego añadir que la instalación, el proceso y operación de una planta purificadora, “tiene su chiste, no es nada fácil, no sé las otras, pero yo sí pedí a Salubridad orientación para la manera en que deberían estar colocados cada uno de los tanques de almacenamiento, los filtros, pero no me pidieron un plano o algo por el estilo”, expone extrañado.
Pero para el ambientalista, Rodrigo Martínez Rangel, la Secretaría de Salud, “debería tener un plano arquitectónico hidráulico de todo aquel establecimiento que funcione como planta productora de agua purificada. A nosotros como laboratorio nos piden un plano arquitectónico donde se especifica cada área, dónde están los enchufes, cómo está conectado todo”, señala.
De esta manera, manifiesta el ambientalista, se podrían evitar ciertos fraudes, pues en su opinión, “debe haber por ahí empresas que nada más abren la llave y llenan los garrafones, esto es muy difícil de comprobar, pero sí las hay, que las sancionen, ésa es la cuestión. También el área del lavado, del llenado, etiquetas, tiene sus normas, “pero muchas de esas empresas no cuentan con un espacio apropiado para ello...”.
López Recio al respecto, dice que el personal de ese tipo de negocios es muy rotativo, “nosotros por esa razón algunas veces hemos contratado a personas que laboraban como choferes y operadores en el llenado del líquido en otras plantas y ellos nos han comentado muchas anomalías, versiones como que en aquellas plantas –no quiso decir cuáles- lavan los garrafones con detergente común o que los llenan con agua de la llave, hemos llegado a escuchar”.
La cuestión de los análisis
Eduardo Cortés Delgadillo expresa que la NOM 201-SSAI-2002 por ser una nueva norma, aglutina las medidas que antes existían sobre aguas purificadas, “ésta se mete mucho en aspectos químicos del proceso, pero nosotros nos fijamos más que nada en los límites permisibles y en las condiciones sanitarias y no tanto en las cuestiones químicas y las fórmulas del proceso de purificación”, informa.
Según el informante, se llevan a cabo dos tipos de muestreo, uno que se hace en la planta y otro que se hace en el punto de venta en ambos casos, toman al azar un garrafón o botella.
Para no dejar al dueño de la planta en estado de indefensión, el muestreo se hace por triplicado, “esto es, nosotros tomamos una muestra, el elaborador se queda con otra para mandarla al laboratorio y se queda en resguardo una muestra testigo”, manifiesta y luego explica que los resultados de salubridad se comparan con los del interesado y en caso de una diferencia, se coteja la muestra testigo para ver cuál de las dos partes está en el error.
“No solamente muestreamos las plantas purificadoras de la Región, también podemos muestrear el producto que se elabora en otras entidades y que se vende aquí”, añade y explica que esto último lo llevan a cabo con menor frecuencia, porque se supone que en su lugar de origen, la Jurisdicción correspondiente ya hizo su trabajo con las purificadoras de su zona de influencia.
Para Rodrigo Martínez Rangel, la cuestión de metales pesados en el agua había que investigarla, “claramente nosotros estamos en una zona contaminada por pesticidas, metales pesados y muchas cosas más, todo eso se va al subsuelo y a los mantos acuíferos y por ende a nosotros”.
“¿Se están haciendo todos los análisis como lo marca la norma?, ¿se hacen análisis de arsénico?, ¿los de cadmio, mercurio, plomo, titanio y otros elementos? ¿Habrá algún laboratorio de aquí que los esté efectuando, yo creo que no”, afirma.
La parte microbiológica es la más conocida, dice el químico, “porque ahí uno se debe dar cuenta del número más probable, (nmp) de microorganismos, la cuenta de mesófilos aerobios, la cuenta de coliformes totales, para que se cumpla con la norma”.
El problema de fondo es económico
Juan Paulo López Recio, propietario del Agua del Ojito, dice que los análisis que realiza del producto terminado (agua purificada) como requisito según la Norma Oficial Mexicana, los lleva a cabo en uno de los laboratorios señalados por la Jurisdicción Sanitaria Número VI.
Pero de acuerdo a la información proporcionada por el químico Rodrigo Martínez Rangel, la norma que regula la cuestión alimenticia y del agua, dice que los análisis de este tipo deben hacerse en laboratorios acreditados por el Sistema Nacional de Laboratorios de Prueba (Sinalp) o por la Empresa Mexicana de Acreditación (EMA).
Informa que cuando alguien le solicita que le haga pruebas de agua, les dice con honestidad que no está acreditado y que no puedo hacer pruebas sin validez oficial.
Manifiesta que los laboratorios lo llevan a cabo, pero las pruebas legalmente no sirven, “al no tener más opciones, los laboratorios que conozco hacen esos análisis de agua sin estar acreditados, realizando un trabajo respetable, de eso no hay duda”.
La Secretaría de Salubridad tiene las facultades para cuestionar esto, asegura, pero no lo hace porque no hay la capacidad económica, ni de los consumidores, ni de los productores, pues aquí las limitantes son económicas, ya que un garrafón de las aguas analizadas por esos laboratorios, quizá nos costaría de 15 a 20 pesos más”, reveló.
Los propietarios de las plantas purificadoras estarían casi imposibilitados para realizar sus análisis en dichos laboratorios, “pues simplemente una prueba de arsénico que yo mandé hacer en un laboratorio acreditado, me estaría costando de entre 400 ó 600 pesos y si como laboratorista tuviera la certificación, en lugar de solicitar 45 pesos para una biometría hepática, estaría cobrando 100 pesos y por una glucosa que cuesta 30 pesos, estaría cobrando 80”.
Para empezar, dice el químico, “ni Salubridad tiene laboratorios acreditados... no hay un sólo laboratorio en Coahuila que tenga acreditación por el Sinalp”.
Sin coincidencia
El padrón del Sistema Municipal de Aguas y Saneamientos (Simas-Torreón) no coincide con el que maneja la Jurisdicción Sanitaria número Seis, pues solamente tiene registrados 15 establecimientos dedicados al proceso de purificación de agua, pero solamente tres plantas están reconocidas como potabilizadoras, ya que las demás son expendios, “no potabilizan, sólo venden el agua embotellada”, informaron en Comunicación Social.
El volumen de agua que Simas le entrega mensualmente a cada una de esas plantas, varía, pero en un aproximado son: 453 MTS3.
Para las purificadoras, corresponde la tarifa tres (Industrial) y para los expendios la tarifa 2 (comer-cial).
Los voceros de esa dependencia informaron que las plantas purificadoras están conectadas a la red general o tienen tomas especiales, “pero están directamente conectadas a la red general”.
En cuanto a la calidad físico-química, por norma Simas está obligada a bajar el contenido de sales en concentraciones menores al agua potable y bacteriológicamente hablando, “competimos perfectamente en calidad igual o mejor que con las aguas embotelladas”.
Procesos
No todas las plantas purificadoras cuentan con todos los procesos de purificación, de hecho algunas solamente tienen algunos cuantos. De ahí el por qué el precio del producto terminado oscila considerable-mente. La competencia es mucha y los consumidores tienen la libertad de elegir.
Filtro de Carbón Activado.- El agua pasa a columnas con Carbón Activado para obtener así la eliminación de cloro, sabores y olores característicos del agua de pozo y contaminantes químicos orgánicos, categorizados como productos químicos dañinos tales como: pesticidas, herbicidas, metilato de mercurio e hidrocarburos clorinados.
Filtro de Lecho Profundo.- Detiene las impurezas grandes (sólidos hasta 30 micras) que trae el agua al momento de pasar por las camas de arena; le quita lo turbio al agua.
Suavizador.- Ayuda a reducir las sales (durezas) mediante las recinas catiónicas.
Filtro Pulidor.- Detiene las impurezas pequeñas (sólidos hasta 5 micras); éstos son fabricados en polipropileno grado alimenticio, obteniendo así agua brillante y cristalina.
Osmosis Inversa.- Es la separación de componentes orgánicos e inorgánicos del agua por el uso de presión ejercida en una membrana semipermeable mayor que la presión osmótica de la solución. La presión fuerza al agua pura a través de la membrana semipermeable, dejando atrás los sólidos disueltos. El resultado es un flujo de agua pura, esencialmente libre de minerales, coloides, partículas de materia y bacterias.
Rayos ultravioleta.- Funcionan como un germicida que anula la vida de las bacterias, gérmenes, virus, algas y esporas que vienen en el agua. Mediante la luz ultravioleta los microorganismos no pueden proliferarse, ya que mueren al contacto con la luz. El agua al salir de la tubería del rayo ultravioleta va libre de gérmenes vivos.
Ozono.- Destruye los microorganismos en unos cuantos segundos por un proceso denominado Destrucción de Celda, que consiste en la ruptura molecular de la membrana celular, que dispersa el citoplasma en el agua y lo destruye, por lo que la reactivación es imposible.
FUENTE: Investigación El Siglo de Torreón