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Nosotros los pobres

Sergio Sarmiento

“La cárcel más incómoda y triste de todas es la pobreza”.

Salvador de Madariaga

Muchas veces hemos escuchado lo que los intelectuales y académicos piensan de la pobreza en nuestro país. Es mucho más raro encontrar la opinión de los propios pobres. Por ello es importante la encuesta “Voces de los pobres 2003” que la empresa Bimsa llevó a cabo para la Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno Federal.

Esta encuesta, que implicó tres mil entrevistas en hogares realizadas en agosto de este año, se estratificó con el fin de incluir sólo a hogares que viven en situación de “pobreza de patrimonio”, según la definición oficial de la Sedesol. En eso radica su importancia: en que recaba la opinión de los pobres y no de los mexicanos en general.

Si bien el mayor número de pobres, un 19 por ciento, atribuye la pobreza al hecho de que los pobres no trabajan lo suficiente, las respuestas que de una manera u otra responsabilizan a factores externos son mayoritarias. Así, el 16 por ciento de los encuestados dice que la razón de la pobreza es que el gobierno no funciona bien, el 15 por ciento afirma que el problema es que en el mundo siempre hay pobres y ricos, el 13 por ciento señala que son pobres porque ésa es “la voluntad de Dios”, el 13 por ciento considera que el problema es que ninguna institución los ayuda y el 9 por ciento dice que la pobreza es producto de la mala suerte. De hecho, si se suman las respuestas que atribuyen la pobreza a factores externos se llega a una visión pesimista o incluso fatalista.

La mayoría de los pobres se da cuenta de que la solución a la pobreza debe venir del empleo. El 25 por ciento de los encuestados afirma que para acabar con la pobreza se necesitan más empleos y el 24 por ciento dice que el problema es conseguir mejores salarios.

Acumuladas, sin embargo, las opiniones que responsabilizan al gobierno son muy elevadas. El 11 por ciento dice que para acabar la pobreza se necesita que el gobierno dé apoyos, el 11 por ciento se pronuncia por mejores planes de gobierno y el 6 por ciento piensa que lo que se necesita es que los ricos paguen más impuestos.

Sólo el 7 por ciento ve una mejor educación como clave para eliminar la pobreza, mientras que únicamente el 3 por ciento piensa que acabar con la corrupción es la medida fundamental para ello.

La cultura democrática parece estarse arraigando en México. Cuando se pregunta a los pobres cuál es la mejor manera de influir en las acciones de gobierno, el 43 por ciento responde que votando en las elecciones. Todavía el 11 por ciento, sin embargo, sigue pensando que la manera adecuada es hablar con el presidente de la República, en tanto que el 10 por ciento señala que para ello hay que escribir cartas a las autoridades. Sólo el 4 por ciento considera que protestar en manifestaciones públicas es la mejor manera de influir sobre el gobierno.

La idea de que los mexicanos pobres -al contrario de los habitantes de los países desarrollados- no tienen un real apego a la propiedad privada cae por tierra en una de las preguntas de la encuesta. El 93 por ciento de los entrevistados piensa que es mejor tener casa propia aunque no tenga todos los servicios, contra el 6 por ciento que considera mejor vivir en una casa con todos los servicios pero alquilada.

Esa misma idea surge en la respuesta del 80 por ciento de los entrevistados en el sentido de que prefiere tener tierras propias para cultivar, aun cuando viva en una comunidad aislada, que vivir en una localidad con todos los servicios pero trabajando la tierra de otro.

La mayoría de los pobres considera que la situación de sus hijos o de sus nietos será mejor (63 por ciento) o mucho mejor (3 por ciento) que la de ellos. Sólo el 14 por ciento piensa que será peor. Esto contrasta con la idea, muy socorrida por académicos e intelectuales, de que todo tiempo pasado fue mejor.

Los pobres sienten que hay una tendencia a mejorar, la cual difícilmente existiría si ellos no la hubieran percibido durante su vida.

La pobreza es sin duda el mayor problema de nuestro país. Es una enfermedad que no se puede resolver sin una acción decidida del gobierno. Pero si bien es verdad que una parte importante de la solución debe radicar en programas pensados y aplicados por especialistas, hay que conocer las opiniones de los propios pobres sobre el tema. De lo contrario se corre el riesgo de dar soluciones que nadie quiere.

Déficit

Es positivo que el presidente Fox esté buscando un déficit nominal del presupuesto de sólo 0.3 por ciento del PIB frente al 0.5 por ciento esperado este año. A menor déficit, menor endeudamiento del gobierno. Pero no olvidemos que el déficit real es de 3 y no de 0.5 por ciento.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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