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Nuestra Salud Mental / Los congresos profesionales en México

Dr. Víctor Albores García

Capítulo Interestatal Coahuila-Durango

de la Asociación Psiquiátrica Mexicana

(Tercera parte)

Tales cursos no sólo fueron orientados hacia los psiquiatras de la comarca o de ciudades cercanas, sino también a otros profesionistas como psicólogos, médicos familiares, generales o de otras especialidades, a trabajadoras sociales, enfermeras, maestros, terapeutas de diversos tipos y orientaciones, para estudiantes de las diferentes profesiones relacionadas con la salud física y la salud mental, o para cualquier otro tipo de profesionista interesado en estas áreas; inclusive eran cursos diseñados para el público en general.

Nuestra asociación ha contado con los recursos económicos suficientes para organizar ese tipo de eventos en forma independiente. Se buscó cobrar siempre cuotas que no fueran excesivas, para facilitar la asistencia de un mayor número de personas, que en un alto porcentaje se trataban de estudiantes. Por lo mismo, tales ingresos tampoco podían sufragar todos los gastos que implicaban la renta de un local, el pasaje, hospedaje y viáticos de los catedráticos que nunca cobraban honorarios y también para la papelería, publicidad y todo lo demás. Generalmente eran eventos no autosuficientes en cuanto a lo económico.

Por lo mismo, siempre se buscó el apoyo económico de las empresas farmacéuticas, cuyos productos se utilizan en forma muy abundante para tratar los diversos padecimientos psiquiátricos que nos aquejan en esta época. Se trataba y aún ahora de una intensa campaña de parte de varios de nuestros colegas más experimentados al respecto y en mayor contacto con tales empresas, para la búsqueda, insistencia o casi atosigamiento y seducción de los agentes de cada una de estas empresas, para que nos ayudaran e invirtieran sus recursos en la promoción de dichos cursos.

Conseguirlos no era una labor sencilla e implicaba muchísimas visitas, llamadas locales y a la Ciudad de México en una constante y tediosa persecución con tales objetivos. Mucho de la dificultad estriba, en que dentro de nuestro colonialista y centralista sistema mexicano, nada se puede mover o decidir en la provincia, sin que primero se dé el visto bueno en la capital. Lo mismo que vemos suceder en nuestras universidades públicas locales de ambos Estados, en que nada se mueve sin la aprobación de Saltillo o de la ciudad de Durango, además de que cuando se mueve es a una velocidad infortunada y lentísima.

Lo mismo sucede con las empresas farmacéuticas, ya que sus agentes y gerentes de zona carecen de mucha libertad para tomar decisiones al dar ese tipo de apoyos y resultaban maniatados e impotentes ante nuestras peticiones. Había entonces que comunicarse con los altos ejecutivos en el DF, quienes tendían en ocasiones a poner diversos pretextos como el haber rebasado su presupuesto o el otorgar de preferencia tales recursos para congresos organizados por las asociaciones nacionales, cuyas sedes naturalmente se encuentran en el D.F., y dar la vuelta al mismo círculo una y otra vez, hasta que a veces lo podíamos lograr.

El conflicto suena muy familiar para todos los mexicanos, ya que es el mismo caso de los recursos económicos que llegan a la capital del país y de los Estados, donde se queda la mayor parte y luego la cascada va descendiendo y adelgazándose conforme baja de nivel, para regresar a los municipios en forma famélica, como es el caso para la Comarca Lagunera; resultado de esos aspectos trágicos del sistema que vivimos. Igual sucede para los recursos de las empresas farmacéuticas, que se destinan a favorecer a los grupos, cursos o individuos radicados en el D.F., o inclusive en ciudades tipo Monterrey o Guadalajara. Sin embargo para eventos organizados en ciudades como la nuestra se requiere de verdaderos y tenaces esfuerzos para poder conseguirlos.

Afortunadamente y a fin de cuentas, todos esos esfuerzos de equipo que somos capaces de realizar, resultan productivos. Nuestros colegas que se abocan a ello logran convencer a algunos agentes o a sus jefes en el DF, a pesar de que otros se escondan o se crucen de brazos. Pero al final, de un modo u otro, con esos apoyos y los ingresos del curso, éstos se han llevado a cabo con muy buenos resultados, gracias a la planeación temprana de varios meses de anticipación, a la buena coordinación y organización de un equipo de varios miembros con su esfuerzo y entusiasmo, así como el entusiasmo de un público lagunero cada vez más interesado y sensibilizado en el área de la salud mental que nos apoya con su presencia, participación y cuestionamientos.

El curso que se organizó en estos días estimula la reflexión sobre este tipo de preocupaciones respecto a la organización de cursos, congresos y eventos semejantes en el área de la salud mental, en los que se debe equilibrar adecuadamente lo académico, lo social y lo político, para continuar con objetivos educativos. (Continuará).

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