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Nuestra Salud Mental / Paréntesis para un cumpleaños de a nueve

Dr. Víctor Albores García

Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana

La planeación, la constancia, la perseverancia, el orden, la formalidad en los tratos y la disciplina no son definitivamente rasgos característicos de la gran mayoría de mexicanos. La improvisación, la impulsividad, la informalidad, la indiferencia, el desorden, la falta de estructura y organización, el “estamos pendientes” o “en un ratito más”, son más bien los atributos que definen nuestro perfil como sujetos a quienes no parece importar mucho el presente o el futuro. A pesar de la gran capacidad creativa e imaginativa, de la sensibilidad y la inteligencia, de los buenos propósitos, de la habilidad chusca para alburear y conversar con un buen sentido del humor, tantos de los proyectos cotidianos en la vida permanecen estancados, sin que los objetivos lleguen a cumplirse y acaben por desvanecerse como los sueños e ilusiones que eran.

“Llamarada de petate”, es un término folclórico que designa esta característica de iniciar con mucho entusiasmo, escándalo y labia una mañana al echar a andar el proyecto de nuestras vidas, ese cohete que habrá de despegar y llevarnos a las alturas. Y sin embargo, algo sucede a corto plazo que nos hace perder ese ánimo inicial, para hundirnos nuevamente en esa inercia, apatía, negligencia y abandono de aquello que originalmente nos electrizó las primeras horas o días. Poseemos asimismo esa extraña capacidad de “meternos zancadilla a nosotros mismos”, de fabricar sea interior o exteriormente los obstáculos que nos harán caer y que nos mantendrán estancados o inclusive que nos regresarán más allá de nuestro punto de partida.

¿En qué forma nos echamos tierra a nosotros mismos, quizás hasta inconscientemente, sin darnos cuenta del daño que nos causamos y de cómo tendemos entonces a culpar a los demás, a las circunstancias o al destino, para justificar nuestra ceguera y falta de honestidad con nosotros mismos? ¿Qué es lo que nos hace caer y en tantos casos negarnos a levantar una vez más, aduciendo nuestra mala suerte o inclusive culpando a “Dios que así lo quiso”? Los ejemplos de tales experiencias abundan a nuestro alrededor y en todos los niveles. No se trata exclusivamente de los problemas personales que nos buscamos nosotros mismos y con los que nos enredamos hasta paralizarnos y asfixiarnos no sólo emocional sino hasta físicamente, para incluso llegar a límites extremos de enfermedad o de muerte

Seguramente las experiencias individuales y personales de cada quien, las podemos analizar secretamente ante el espejo de nuestro yo, para percatarnos de eso que menciono y que en nuestras vidas tiene consecuencias dolorosas, angustiantes o hasta desastrosas, que nos amarran con posibilidades de escapar. Como dice otro dicho “no hay peor ciego que el que no quiere ver” (o el que no puede o ni siquiera se da la oportunidad de mirar). Por lo mismo, cuando ni siquiera hemos sido capaces de darnos cuenta, menos posibilidades tenemos de enfrentar los problemas y superarlos.

Una situación así no sólo ocurre a nivel individual, sino en las parejas, las familias, las empresas, los comercios, las industrias, los sindicatos, las instituciones públicas y privadas, sean administrativas, de salud, educación o cualquier rama, incluyendo naturalmente las agrupaciones sociales, deportivas, religiosas, etc., etc. Los rasgos de este simplista perfil mexicano nos persiguen y se contagia o se transmiten del individuo al grupo, con las mismas consecuencias paralizantes que nos toca ver y vivir diariamente en todos esos grupos que se atoran y permanecen estancados sin rastros de movimientos en ninguna dirección y que por lo mismo nunca llegan a cumplir las metas proyectadas.

Lograr los objetivos, proseguir el camino que se trazó a pesar de los impedimentos que llegan desde el exterior o que nosotros mismos colocamos, es entonces verdaderamente un logro nada fácil de cumplir, un reto al que nos enfrentamos constantemente y a lo largo de la vida, a veces consciente y otras sin darnos cuenta, como caminando en la ceguera. Afortunadamente no sucede así para todas las personas; hay tantísimos otros atentos a tales retos, de modo que son capaces de enfrentarlos y sortearlos airosamente, para ir cumpliendo sus objetivos, con el orgullo y la satisfacción que ello les produce. Gracias a tales personas, empresas y agrupaciones, tenemos una parte importante de México que avanza y se mueve, a pesar de cargar a cuestas a esa otra parte muy importante que vive en el desorden y permanece atrasada, estancada e indiferente.

PSILAC desde su nacimiento ha tenido objetivos fijos y definidos respecto a su papel dentro de la salud mental en La Laguna. Al igual que otros, también hemos tenido que enfrentar tales desafíos y obstáculos, dificultades y estancamientos. Y sin embargo, hemos luchado por salir adelante en lo que consideramos nuestra responsabilidad y nuestro derecho. “Nuestra salud mental” como vehículo de expresión de PSILAC, capítulo ahora de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, cumple este mes de marzo nueve años de publicarse en “El Siglo de Torreón”, con toda la satisfacción que ello nos produce.

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