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Nuestra Salud Mental / Puentes a cruzar en San Francisco

Dr. Víctor Albores García

Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana

(Séptima Parte)

Paralelamente, además de estos importantes movimientos étnicos, la ciudad ha sido también origen y o testigo de otros importantes movimientos sociales, que han traído cambios trascendentales no sólo a la ciudad, sino que han tendido puentes a todo el país y que incluso han sacudido al mundo entero, al extenderse en muchas direcciones. Precedido quizá por la generación beat en el estilo literario de Jack Kerouac, el movimiento beatnick atraído por las filosofías orientales y el uso de drogas, y opuesto además a los convencionalismos sociales tuvo su auge en California en los años cincuentas. Posiblemente, haya venido a influir el surgimiento posterior de otro movimiento aún más amplio y poderoso, formado en su mayoría por adolescentes y adultos jóvenes, los legendarios hippies o ?flower children? (niños con flores) retadores pacíficos de todas las normas y costumbres tradicionales de las autoridades en Estados Unidos. Ellos le hicieron frente a un sistema que desafiaron abiertamente, sin más armas que sus guirnaldas de flores y su lema de: ?amor y paz? que le dio la vuelta al mundo entero.

Sus llamados de amor y paz iniciados desde fines de los sesentas y que se continuaron por las décadas siguientes, llevó al movimiento hippie a sus máximos extremos, no sólo en los campus de las universidades, sino dentro mismo de los hogares, a lo largo de calles y avenidas en todas las ciudades americanas, así como en las diversas instituciones, para luchar y tratar de contrarrestar las políticas agresivas y guerreras de sus autoridades.

La tan impopular guerra de Vietnam, tras esa falsa bandera de liberación que se esgrimió y se sigue esgrimiendo en tantas ocasiones, no logró engañar ni convencer al ejército de jóvenes que se manifestaban en las calles y que podían reconocer la verdad detrás del disfraz y el maquillaje de la misma. Una bandera a todas luces visible e injusta, para esos millones de muchachos que eran presionados a enlistarse y a guerrear en una lucha que de ninguna manera consideraban propia, y que para ellos no tenía sentido alguno. El resultado concluyó en esos movimientos de desobediencia y rebeldía abierta, con flores en las manos en lugar de fusiles.

San Francisco se convirtió en el corazón, el alma y las raíces de ese mundo hippie, de esa pacífica rebeldía juvenil entonada en melodías a ritmo de rock y expresada también en esos desfiles interminables de jovencitos y jovencitas de largos cabellos entrelazados con flores y guirnaldas, adornados de collares y vestidos en largas túnicas, en una imagen que buscaba igualar los géneros como parte del movimiento. El aroma de las flores se mezclaba con el de la marihuana; las mágicas y coloridas imágenes alucinatorias del LSD o del peyote se entretejían a su vez con las románticas visiones del amor, la igualdad y la libertad; imágenes en las que muchos de ellos permanecieron atrapados y estancados hasta el presente. Ya como adultos, todavía los vemos deambular por las calles de San Francisco, desubicados, desorientados, fuera de época, detenidos en el tiempo y entorpecidos aún por el efecto de las drogas y las imágenes no superadas o los ideales no alcanzados.

Los coloridos cánticos del Hare Krishna, entre aromas de incienso, tintinear de crótalos, roce de túnicas azafranadas y deslizar de sandalias, de esos otros adolescentes de cabezas rapadas, en quienes se habían casi perdido por completo las diferencias genéricas; la posición de loto, las mantras, la meditación, los preceptos y enseñanzas budistas o de otras religiones orientales, importadas como modas o como nuevas verdades que vinieran a sustituir las drásticas y rígidas tradiciones religiosas en que tantos de ellos habían sido educados, representaba otra más de las áreas de rebeldía ante el sistema. La estructura misma del núcleo familiar fue asimismo enjuiciada y sentada en el banquillo de los acusados, como parte de un movimiento oposicionista e inconforme, iniciado ya desde los cincuentas. Es muy probable que James Dean, como astro de Hollywood, representara esa figura de antihéroe solitario, de personalidad conflictiva y complicada en plena crisis de adolescencia, luchando también contra las autoridades y el sistema, buscando liberarse y escapar de un mundo que sentía confuso e incomprensible. Seguramente, también él sirvió como modelo de un rebelde con o sin causa, que se manifestó más ampliamente en las décadas posteriores, también dentro de la bandera del movimiento hippie.

Los núcleos familiares tradicionales fueron cambiados por otros nuevos modelos de experimentación de las relaciones humanas, con una mayor libertad y espontaneidad en lo concerniente a las prácticas sexuales y a las relaciones interpersonales. Así fue como se dieron las comunas, como nidos para la unión de muchachas y muchachos, en un nuevo estilo de formar familias más extensas, a través de la procreación de hijos comunes al grupo, más que a la pareja en sí. La sexualidad espontánea, natural y abierta, vino a reemplazar la sexualidad escondida en los oscuros rincones de las alcobas, aquélla que se intuía ruborosamente, pero de la que no se hablaba por considerarla sucia, pecaminosa y de mal gusto, bajo los rígidos cánones y falsas interpretaciones morales y religiosas con las que habían sido educados desde su infancia.

No cabe duda que el movimiento hippie en Estados Unidos llegó a tener un impacto tan impresionante y fenomenal en ese país, que como suele suceder en la actualidad, sus efectos se extendieron por el mundo entero a través de la tele y de los demás medios de comunicación masiva; un mundo que ha estado obligado a mantenerse atento y a observar cuidadosamente lo que proviene de la cultura americana. Así pues, el modelo atravesó los puentes y se extendió a casi todos los rincones del planeta, lo mismo en Europa, que en Oriente o en Latinoamérica, incluyendo a México naturalmente. Con más o menos años de retraso, como llegan las modas, los jóvenes imitadores y seguidores se esparcieron en las capitales y centros urbanos, para adaptarlo a ellos mismos y a sus idiosincrasias, que sirvió para darle toques y estilos distintivos. Las repercusiones han sido mucho más importantes de lo que aparentaban y han venido a modificar muchos preceptos y actitudes de los sistemas tradicionales, con cambios tanto positivos como negativos, según la visión de cada quien; cambios que han persistido hasta nuestra época y que definitivamente han sacudido al mundo y le han dado directrices diferentes. (Continuará).

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