Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana
(Octava parte)
Antes de los años cincuentas del siglo pasado, los adolescentes no habían sido reconocidos como tales, sino que se trataba más bien de una especie de caricatura de los adultos, que tendían a imitarlos y a adoptar las mismas poses y actitudes. En cierta forma eran una especie de adultos chiquitos o de niños crecidos, pero sin que existiera aún ese concepto bien establecido de la adolescencia como una etapa de la vida en sí misma, como lo tenemos ahora.
Su liberación como individuos y su libertad para expresarse, cuestionar, juzgar y rebelarse, en base a sus propias ideas y convicciones, aún cuando en ocasiones sus bases no fueran muy sólidas y lógicas, se empezó a dar precisamente en los cincuentas y con mayor énfasis en los sesentas con el movimiento hippie.
Tal libertad vino a modificar profundamente la estructura de la familia, las acciones, movimientos y relaciones interpersonales de los adolescentes, su estilo de comunicación, así como la relación entre padres e hijos, con tonalidades que a su vez han llegado a ser cada vez más complejas y conflictivas, pero también más explícitas y abiertas. Especialmente cuando los padres no fueron educados en ese mismo sistema que sus hijos practican ahora, puesto que la mayor parte de las veces ni siquiera fueron escuchados o tomados en cuenta y mucho menos tuvieron el valor de rebelarse ante las autoridades.
A su vez esta libertad y forma de expresión de los adolescentes, vino también a sacudir los cimientos de toda la estructura del mundo adulto en sí y no sólo de la familia. Se cuestionaron los supuestos valores heroicos y agresores en que estaban basadas las políticas externas de Estados Unidos hacia todos los demás países, y las razones con las que justificaban sus maniobras guerreras e invasoras.
Se intentó dar una mayor espontaneidad y un libre intercambio de las relaciones personales entre los diversos grupos étnicos del mundo, en un mundo educado y acostumbrado a la segregación, la marginación, la discriminación, la esclavitud, el abuso y la explotación de razas minoritarias que han sido consideradas como más débiles, primitivas, atrasadas e inferiores por aquéllos que se ven a sí mismo como superiores y más civilizados.
El movimiento hippie intentó cruzar esa barrera, atravesar el puente interracial y darse el permiso de mezclarse unos con otros indistintamente, sin esos prejuicios de cultura, credo, lenguaje o color de piel, usados siempre como impedimentos para las relaciones pacíficas entre los seres humanos.
A pesar de que este problema no ha sido resuelto por completo en nuestro mundo, y que aún persiste en las grandes urbes la segregación en esos barrios tipo ghettos de fronteras étnicas y culturales que los dividen unos con otros, con frecuentes guerras entre pandillas y territorio, existe también una mayor tolerancia para manejar tales diferencias y las uniones interraciales son vistas y aceptadas con mayor naturalidad. Ellas representan un símbolo fundamental de la mezcla e interacción de razas y culturas que se está dando en el mundo y que tiene que seguir avanzando, conforme inmigrantes de todos los rincones y de tan diversas costumbres, culturas y lenguajes se mueven de un país a otro. Se trata sin duda alguna de un mundo cada vez más estrecho y pequeño, en el que se tienden a desvanecer las fronteras, como un fenómeno de globalización que naturalmente amenaza a la vez las identidades y el nacionalismo.
Las normas y los preceptos religiosos tradicionales de los diversos estilos de educación que recibieron estos jóvenes en sus familias y en sus comunidades, fueron asimismo enjuiciados y cuestionados como parte del arsenal de valores de los adultos y del sistema. Se les calificó de falsos, superficiales e hipócritas, al considerar que tales normas no eran llevadas como debieran, por lo que ellos mismos optaron por dar sus propias interpretaciones a las historias bíblicas.
En ellas, Jesucristo inclusive, era adoptado como un importante modelo masculino, bajo cuyas doctrinas se cobijaban muchos de ellos pero de acuerdo a su propio criterio y a la creación muy idiosincrática que hicieron de la imagen de Jesús. Otros muchos, desilusionados y hartos de las costumbres religiosas de sus padres, las abandonaron por completo para dar entrada a muchas de las proposiciones espirituales provenientes de Oriente, con las que podían identificarse mejor y sentirse en un mayor contacto. Sus necesidades espirituales no habían sido satisfechas del todo por las enseñanzas recibidas en la familia y en ese estado de rebeldía y de exploración, buscaban nuevas fuentes que les dieran más sentido a su vida, y que encontraron en estas nuevas fórmulas religiosas; nuevas para ellos, pero milenarias en su existencia.
Asociados a la gran inmigración oriental que se dio en Estados Unidos en esas décadas, las religiones y filosofías orientales como el budismo, el hinduismo, el taoísmo, el zen y tantos otros, se pusieron de moda entre los jóvenes que las practicaron con una mayor fe y entusiasmo. Desde entonces, tales religiones y filosofías se han expandido ampliamente y han encontrado un lugar muy importante en el mundo occidental contemporáneo, no sólo entre los jóvenes, sino aún también entre los mismos adultos, que también han encontrado satisfacción y refugio para sus necesidades espirituales.
Obviamente, ello ha traído una mayor apertura y tolerancia religiosa en general, en contraste con la extrema rigidez que solía darse en las épocas anteriores, dominadas en EUA principalmente por las muy diversas ramas y sectas derivadas del cristianismo, el catolicismo incluido naturalmente. Estas religiones y filosofías fueron acompañadas a su vez por otro tipo de influencias que penetraron asimismo en la medicina y en la psicología, a través de diversas formas de tratamientos como la acupuntura, la meditación, los masajes, las yerbas, la reflexología y tantos otros métodos que siguen en constante expansión y popularidad en este país. California definitivamente, y San Francisco naturalmente a través del movimiento hippie, han servido como puentes importantes de expansión y desarrollo para todos estos cambios. (Continuará).