Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana
(Undécima Parte)
Los resultados de ello, es que en las naciones del primer mundo, países industrializados o de un nivel socioeconómico más alto y supuestamente ?civilizados?, la tasa de la natalidad ha bajado en forma importante. No se trata exclusivamente de una preocupación enfocada hacia los niños y hacia la sobrepoblación, razones que tienen un peso naturalmente; sino que también ha tenido que ver muchísimo con este nuevo tipo de conocimientos y experiencias sobre la sexualidad, vista desde ángulos diferentes a los que estábamos acostumbrados anteriormente.
Las parejas jóvenes en muchos de estos países tienden a unirse libremente, sin cláusulas legales o religiosas de matrimonio, sino mediante sus propios contratos de normas no siempre muy bien definidas, pero sí de índole más personal y específico acorde a sus deseos y necesidades. Este contrato implica un ejemplo de relación de pareja que funciona como una especie de experimento, de acuerdo a la atracción de uno por el otro, a sus gustos, a sus características propias de temperamento y personalidad, así como a las condiciones, a las necesidades personales de todo tipo y al contexto sociocultural en que se encuentran.
El vivir juntos por una temporada más o menos larga, les permitirá en ocasiones llegar a definir y decidir la profundidad de nivel en que cada uno de ellos quiere o se puede involucrar, como para legalizar este tipo de relación mediante el matrimonio, o bien para mantenerla en el mismo estatus, o inclusive para terminarla.
Asimismo, ante esta situación, la decisión de tener o no hijos será posteriormente una disyuntiva a contemplar y decidir igualmente, como una decisión más pensada también de acuerdo a sus propias condiciones y necesidades. Tal decisión será entonces una decisión propia y pensada por la pareja, por ambos miembros y no necesariamente será contemplada como una obligación o una responsabilidad que los amarre, ni tampoco como la consecuencia exclusiva del hecho de haber tenido relaciones sexuales. Idealmente, las relaciones sexuales dirigidas a la procreación se convierten entonces en un proceso voluntario, verdaderamente deseado, definido y controlado por la pareja en el momento en que realmente se sientan preparados y comprometidos a asumir su maternidad y paternidad, como nuevos roles en el camino de su desarrollo físico y emocional, despojados de toda culpa y vergüenza.
El otro aspecto sumamente interesante e importante que ha surgido también como resultado de esa apertura, espontaneidad y naturalidad en la forma en que se ha conceptuado la sexualidad en nuestros días, es el de las relaciones entre individuos del mismo sexo. La homosexualidad que siempre ha sido condenada, prohibida, desaprobada e incluso perseguida tanto en forma social, legal como religiosa a través de los diferentes períodos de la historia de la humanidad, ha tomado un nuevo tinte en nuestros días. Este tipo de orientación sexual ha existido siempre, en todas las etapas y culturas como una parte intrínseca y mal comprendida o estudiada del ser humano, que por lo mismo se ha convertido no sólo en un foco de oprobio, culpa y vergüenza, sino también de miedo y de ansiedad para los demás, como una amenaza de algo que en cierta forma pesara sobre todos e incluso como algo que pudiera ser contagiado.
Después de haber sido considerada por muchos siglos como una enfermedad física o incluso emocional, desde la década de los setentas fue excluida de las dos clasificaciones de patología psiquiátrica más importantes en la actualidad, tanto en la Asociación Psiquiátrica Americana, como en la Organización Mundial de la Salud. Esa misma apertura que se ha dado en la sexualidad vino a determinar el hecho de que más que ser considerada como una enfermedad, se clasificó como un tipo diferente de orientación sexual, de modo que dentro del área de las orientaciones sexuales se habla en el presente de tres clases: la heterosexual, la homosexual y la bisexual, como parte de las alternativas que los seres humanos tenemos en cuanto a la búsqueda de la pareja y de la satisfacción sexual.
La apertura de la sexualidad en ese aspecto, trajo como resultado un ambiente hasta cierto punto más permisivo para los homosexuales y lesbianas, especialmente en los países del llamado primer mundo, y dentro de ellos sobre todo en las grandes capitales. Fue así como San Francisco se ha convertido en una sede importante del movimiento gay, (como se ha dado en llamar a este movimiento) que ha florecido de un modo extraordinario, gracias a la libertad y la apertura que la misma ciudad, sus habitantes y las autoridades les han brindado en general. Una ciudad que parece sentirse cómoda con esa enorme variedad de grupos étnicos y de diversas culturas y subculturas, que las ha acogido con comprensión y benevolencia, porque de alguna forma, ellos también han logrado ganarse y mantener su espacio. Es así como una área urbana bastante extendida, que es el barrio de Castro, se ha convertido en el área residencial por excelencia en la que se encuentran concentrados un gran número de individuos con este tipo de preferencia sexual. El barrio de Castro culturalmente viene a ser como un equivalente de Misión para los latinoamericanos, de North Beach para los italianos o de Chinatown para los chinos, en una ciudad que se permite ese lujo de acoger democráticamente toda la diversidad de ciudadanos que llegan a poblarla y que forman parte de ella. (Continuará).