Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana
La presente y siguientes semanas, trataré acerca de los trastornos de la personalidad, los cuales son muy frecuentes en la población general, pero frecuentemente no se detectan o se les presta poca atención, ya que para ello se requiere entrenamiento y sensibilidad, o al menos el conocimiento de su existencia, ya que muy frecuentemente se piensa que la persona “así es”, como reza el refrán “genio y figura... hasta la sepultura”.
Para hablar de un trastorno, o de cualquier otro proceso psicopatológico, es menester conocer y definir el estado normal, en el caso que nos ocupa; “personalidad”, ya que el común de la gente casi siempre le da una connotación de “cantidad”, así, se califica a una persona con características de líder o simpatía atrayente como con “mucha” o “gran” personalidad, y a una persona tímida e introvertida como con “poca” personalidad.
A pesar de esta poca información de la personalidad y sus trastornos, éstos se han descrito desde hace miles de años, como lo hizo Hipócrates, al clasificarlos como el “melancólico” o depresivo, al “sanguíneo” u optimista, el “colérico” o irritable y el “flemático” o apático.
A partir de entonces, y con aportaciones psicoanalíticas y biológicas se ha llegado a la conclusión de que en la formación de la personalidad influyen caracteres en forma bio-psico-social, es decir, en fases biológicas (genéticas, cerebrales y metabólicas) psicológicas (formación del desarrollo y relaciones parentales y de apego) y sociales en cuanto a la formación de relaciones interpersonales y el cumplimiento de las expectativas que la sociedad (iniciando por la familia) tengan del sujeto (por lo que se habla de los síndromes de los hijos primogénito, sándwich, menor y único).
Debemos comprender pues, que en las personas consideradas “normales”, podemos encontrar “Rasgos de la personalidad” de diferentes tipos los cuales son psicológicamente normales, y otras que padecen de “Trastornos de la personalidad” los cuales son psicopatológicos o enfermizos.
Así pues, podemos definir la personalidad como pautas duraderas en la forma de percibir, pensar y relacionarse con el ambiente y con uno mismo, y que se hacen patentes en una amplia gama de contextos personales y sociales. O también como el conjunto de rasgos y características emocionales y conductuales persistentes y consistentes de comportarse, sentir, reaccionar e interpretar particulares de cada individuo.
Los magos de la personalidad son formas características que son flexibles y adaptativas. En contraparte, los trastornos de la personalidad se producen cuando los rasgos de la personalidad son inflexibles, desadaptativos y producen incapacidad funcional significativa o perturbación subjetiva o infelicidad. Se inician generalmente en la adolescencia o en la edad adulta temprana y sin tratamiento perduran durante toda la vida aunque tienden a reducirse en la ancianidad. La causa de los trastornos de la personalidad es de las cuestiones más enigmáticas y complicadas de este tipo de psicopatologías y la respuesta no es simple al igual que otros trastornos psiquiátricos. Es poco probable que cualquier trastorno de la personalidad no tenga una causa única, sino una combinación compleja de factores bio-psico-sociales como ya mencioné.
A continuación enumeraré los trastornos de la personalidad que explicaré con mayor detalle las próximas semanas: Paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, límite (borderline), histriónico, narcisista, por evitación, por dependencia, obsesivo-compulsivo, pasivo-agresivo o negativista.