Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana
(Trigésima segunda parte)
Etiquetas: La sal y pimienta de la vida
El otro trastorno de personalidad que puede ser un riesgo para estos individuos mencionados en la columna, que han padecido malformaciones congénitas y trastornos o enfermedades serias desde su nacimiento, es el llamado trastorno fronterizo de la personalidad, o como también se le conoce en inglés, y que es un nombre bastante popular en el mundo profesional de habla hispana, es el trastorno de personalidad “borderline”. Se trata de un trastorno que ha sido muy controversial en las nomenclaturas psiquiátricas, dependiendo de la orientación y forma de pensar de muy diversos autores y sus seguidores, considerados como los expertos en el estudio e investigación de dicho trastorno.
Sin embargo, para los objetivos informativos de esta columna, bastará y será más importante el mencionar las características principales del mismo, de modo que se pueda describir e identificar más fácilmente. Se trata de individuos que en forma característica tienden a seguir un patrón constante de inestabilidad en varias áreas de su vida, como son en las relaciones interpersonales, en su autoimagen, en los estados de ánimo que suelen ser sumamente cambiantes y además tienen una característica básica, que consiste en una tendencia muy importante a la impulsividad, que se manifiesta en una variedad de contextos.
Sus relaciones interpersonales oscilan en un péndulo de patrones sumamente complicados que van de un extremo al otro. Por un lado tienden a idealizar exageradamente a la otra persona, como alguien que los pueda proteger o cuando se trata de algún amante, a pesar de tener muy poco tiempo de haberlo o haberla conocido. Con esta persona se vuelven demasiado demandantes y dependientes, ya que les exigen pasar mucho tiempo juntos y dar de sí todo lo que puedan o aún más. Desde el inicio, comparten con esta persona, detalles muy íntimos de sus vidas y experiencias, a pesar de que apenas los empiezan a conocer. Es decir, que se trata de individuos que tienen problemas serios con su juicio.
Sin embargo, de una manera muy rápida y sorpresiva pueden cambiar por completo al otro extremo, o sea, que así como idealizaron a esa persona para ponerla en un pedestal, la pueden devaluar igual e intempestivamente, al sentir que no les está dando lo suficiente, que no proporciona el amor, la protección, los cuidados o todo aquello que se esperaba de ella, y que además no está tampoco presente de acuerdo a las necesidades de quien sufre este tipo de trastorno. Estos sujetos pueden dar, compartir y alimentar al otro o a la otra, siempre y cuando exista la condición de que llenen sus necesidades y exigencias de la misma forma que lo esperan, exigencias que generalmente son excesivas y sumamente absorbentes. Asimismo, esperan que la otra persona esté ahí presente siempre, en el estilo y la forma que ellos lo requieren según su propio criterio. Tales condiciones en sus necesidades y exigencias son generalmente demasiado intensas e ilimitadas. Es por ello, que estos sujetos cambian súbita y dramáticamente en su visión y concepto del otro, de idealizarlo como su gran benefactor a devaluarlo como un verdugo cruel y despiadado; es decir que el ángel original se convierte ante sus ojos en un demonio.
Debido a los rasgos que tiñen sus relaciones interpersonales, en una forma y estilo tan intensos de todo o nada, su mayor temor en estas relaciones es la pérdida del objeto amado, el abandono, la separación y al encontrarse en una situación de soledad que no pueden tolerar. Este pavor e intolerancia al hecho de estar solos es lo que mueve en forma dramática sus miedos al abandono, al grado de hacerse sumamente sensibles a los cambios ambientales o los cambios percibidos en el otro o la otra, de modo que pueden percibir abiertamente cuando existe tal amenaza de abandono. En esos momentos, el miedo se asocia a una rabia incontenible que determina asimismo cambios profundos en la autoimagen, así como en sus estados afectivos y cognitivos, con conductas explosivas y exageradas que se pueden tornar agresivas hacia el otro y los demás o hacia sí mismo o sí misma. En ocasiones, tales conductas llegan a ser suicidas o de automutilación, es decir que ellos mismos se lastiman físicamente al cortarse, morderse, golpearse o usar diferentes instrumentos para inflingirse daño.
Este tipo de conductas ocurren con mucha frecuencia, y son precisamente las conductas que determinan el que busquen ayuda profesional psiquiátrica, o que sean sus familiares más cercanos quienes los orienten o los lleven definitivamente en busca de esa ayuda. (Continuará).