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Nuestra Salud Mental

Dr. Víctor Albores García

Capítulo Interestatal de Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana

(Trigésima quinta parte)

Etiquetas: La sal y pimienta de la vida

Hasta ahora, se han mencionado en esta columna una serie de padecimientos emocionales o psiquiátricos que podrían considerarse como posibles secuelas que pueden aparecer durante el proceso del desarrollo de aquellos bebés que nacieron con malformaciones congénitas, o que presentaron trastornos o enfermedades serias desde muy temprano en la vida. Se trata además, de bebés cuyas enfermedades tienen un curso crónico y complicado, que han podido requerir a su vez de prolongados y frecuentes tratamientos médicos, quirúrgicos y de hospitalización, con todo aquello que implica en los aspectos físicos, económicos y emocionales tanto para él o la bebé, como para sus padres y familia en general.

Se ha comentado el cómo a la larga, estos individuos podrían desarrollar durante su infancia, adolescencia o mismo en la etapa adulta, reacciones de tipo depresivo o de ansiedad, o trastornos propiamente depresivos o de ansiedad, como pudieran ser las fobias, en general o la fobia social, la ansiedad de separación, la ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo, las crisis de pánico o el trastorno por estrés postraumático. Asimismo, podrían ser individuos propensos a desarrollar algún tipo de trastorno de personalidad como el de evitación, esquizoide, dependiente, paranoide, histérico, narcisista o fronterizo.

Sin embargo, hay que hacer notar y enfatizar el hecho que de ninguna manera se puede afirmar en forma absoluta y general, que todos los bebés que nazcan con ese tipo de problemas están destinados irremediablemente a sufrir tal tipo de consecuencias psiquiátricas. Al afirmarlo se caería en una situación demasiado simplista, en la que no se tomaría en cuenta que la vida y el desarrollo humano son situaciones mucho más amplias, variadas y complejas, que por lo mismo jamás podrían ser explicados en base a una teoría lineal, en la que un factor “a” va a producir irremediablemente una situación a consecuencia “b”. Los numerosos estudios, investigaciones y experiencias de nuestra época en el área de la medicina, de la salud y de la salud mental a su vez, nos han enseñado a concientizar el hecho de que todas las enfermedades son multifactoriales. Es decir, que no se puede hablar de una sola causa o de un único factor que la produzca, sino más bien hay que tomar en cuenta que cada padecimiento es el producto y resultado de muchas causas y de múltiples factores tanto en el individuo como en su ambiente, que se conjuntan en un momento dado para producirlo.

Es preciso entonces tomar en cuenta los aspectos genéticos y hereditarios familiares que portamos cada ser humano, junto con los aspectos ambientales. Estos últimos relacionados con el ambiente biológico que tiene que ver con la alimentación, el clima, el tipo de contaminación que existe en la región (como sucede en La Laguna, en donde se ha detectado un alto índice de padecimientos alérgicos, respiratorios, cancerosos, metabólicos, malformaciones congénitas o trastornos por déficit de la atención, etc., secundarios a varios de estos factores conjugados) el agua que bebemos y tantos otros muchos factores biológicos que influyen en nosotros, algunos más conocidos y otros que desconocemos aún.

Igualmente serán importantes los factores ambientales de tipo sociocultural, que tienen que ver con las muy variadas y diversas experiencias a las que cada sujeto se ve expuesto en el curso de su vida, sea dentro de su núcleo familiar, de las escuelas o instituciones educativas y religiosas por las que haya desfilado, de las diversas instituciones laborales o diferentes tipos de actividades a los que se haya dedicado; su exposición a toda una variedad de diversos tipos de relaciones interpersonales dentro de la comunidad o la sociedad en la que haya residido, perteneciente a una cultura específica o en su contacto con otras comunidades, sociedades o culturas.

Cuando hablamos entonces de factores ambientales, tenemos que pensar irremediablemente en esa multitud de factores biológicos, psicológicos y socioculturales a los que todos estamos expuestos constantemente a lo largo de nuestras vidas. Se trata de factores que no sólo van modelando nuestra personalidad con rasgos específicos a través de los cambios y variaciones que sufrimos y que corresponden a nuestras respuestas para adaptarnos y sobrevivir precisamente a ese ambiente, sino que también pueden representar las señales y características que representan nuestro estado de salud y respuestas saludables al ambiente, o por el contrario, las señales de patología que se han convertido en cualquiera de estos trastornos que se han estado describiendo. (Continuará).

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