Capítulo Interestatal Coahuila-Durango de la Asociación Psiquiátrica Mexicana
(Décimo octava parte)
Etiquetas: La sal y pimienta de la vida
Las etiquetas entonces, no sólo representan un apodo simpático y amigable de camaradas, con el que se designa a determinado individuo en su familia o en su grupo de amigos y conocidos, sino que puede contener también otros significados varios explícitos o implícitos, conscientes o inconscientes, más superficiales o de mayor profundidad. Puede ser jocoso y sin mayor relevancia, sin que incomode al sujeto, ni le provoque sentimientos negativos. Pero también puede ser doloroso, hiriente y peyorativo, que tienda a producirle un escozor de malestar y frustración, al revivir dentro de él o ella aspectos simbólicos primitivos que provienen desde la infancia. Cada vez que se le mencione, puede lastimar una herida interna emocional que nunca ha cerrado, que no se ha superado y que por lo mismo yace ahí, debajo de la piel, en una posición vulnerable para ser lastimada.
En muchos casos, las secuelas de una malformación congénita, de algún trastorno o enfermedad como se han mencionado, pueden ser corregidos médicamente a través de diversos métodos terapéuticos o con el uso mismo de la cirugía. La tecnología de nuestros días y la alta capacitación de los especialistas encargados de ello, ha adelantado en tal forma, que se pueden lograr resultados verdaderamente excelentes e increíbles, que llegan incluso a salvar la vida de estos pequeños, y con ello logran restablecer además el equilibrio y la tranquilidad en la familia. Sin embargo, a pesar de estas potentes medidas en nuestra medicina contemporánea, en muchos de estos casos se descuidan las consecuencias psicológicas, tanto en el paciente como en la familia. Cuando a pesar de las señales importantes de malestar, no hay seguimiento en los hospitales de parte de algún psicólogo o psicóloga, o no se busca la ayuda profesional adecuada en los años posteriores, el riesgo es que surjan este tipo de secuelas psicológicas, sea en la etapa de la infancia o de la adolescencia, e inclusive se pueda prolongar hasta durante la etapa adulta.
Hay trastornos en sí, como el mencionado trastorno por déficit de la atención, que hoy sabemos no es exclusivo de la infancia, ni tampoco se termina necesariamente durante la adolescencia, sino que puede extenderse a lo largo de la vida. Por lo mismo, conserva secuelas importantes y difíciles que surgieron en los primeros años de vida y se siguen manifestando el resto de la existencia. Estos chicos y chicas que fueron bautizados como las fieras del kinder o de la primaria, esos torbellinos y tornados que azotaban los hogares y las aulas, que avergonzaban a sus hermanos o asustaban a sus compañeros, crispando el humor de padres y maestros, son etiquetados naturalmente en todos los sitios en donde se aparecen y durante todas las etapas de su vida. Tales etiquetas se mantienen a través de los años, como memoria perdurable, y ellos les hacen honor y las confirman, en parte como una broma graciosa y simpática, que les acompaña en sus travesuras festejadas inicialmente en el hogar, y sobreprotegidas maternal o paternalmente. Causan risa y se convierten en las anécdotas favoritas de las reuniones familiares o escolares. Sin embargo, conforme el tiempo pasa y el niño o la niña cambia de los cuatro o seis años, para convertirse en muchachitos de 10 ó 12, la aureola carismática se va desvaneciendo, las travesuras jocosas del pasado se convierten en pesadillas cada vez más negras del presente y los problemas de conducta que presentan estos chicos o chicas torbellino se extienden ilimitadamente, sobre todo cuando en la familia no se ha logrado implementar una estructura de disciplina y orden adecuados, tan necesarios para estos casos, puesto que los padres no han sido orientados de acuerdo a las necesidades de estos sujetos.
Si como prepúberes, estos individuos fueron considerados casi como pesadillas en la familia o en la escuela, como adolescentes pueden representar aún mayores amenazas para la familia y la escuela, de donde suelen ser expulsados una y otra vez al no saber cómo manejarlos. Inclusive, se pueden transformar en un serio peligro para la comunidad en general. Su hiperactividad e impulsividad, aunado a los problemas de atención y concentración que presentan, hacen de ellos proyectiles vivientes que pueden dispararse en muy diversas direcciones, para siempre pegar en blancos que no necesariamente son los más recomendables. Se trata de chicos o chicas que sin orientación para ellos o sus padres, y sin ayuda profesional recibida desde niños, muy fácil y frecuentemente tienden a abusar del alcohol o de las drogas. Esas características de personalidad y del trastorno en sí, los empuja a meterse en problemas del tipo de los embarazos no deseados y prematuros, accidentes de auto en ocasiones de consecuencias fatales, actividades delictivas solitarias o en pandilla, peleas callejeras en los clubes y las discos, y en toda clase de problemas cada vez mayores y más complicados, que naturalmente aumentan de volumen con la edad y la capacidad que tienen para meterse en problemas. (Continuará).