Este día, con la finalidad de buscar puntos de coincidencia que les permitan fincar la gobernabilidad de la próxima legislatura de la Cámara de Diputados, se reunirán los coordinadores de las fracciones parlamentarias del PAN, Francisco Barrio y del PRD, Pablo Gómez, lo que en principio se presenta como una reunión inútil dada la gran distancia que separa a las posiciones ideológicas que ambos representan.
En efecto, se antoja difícil que Gómez y Barrio lleguen a acuerdos que puedan ser aceptados e implementados tanto por las dirigencias de sus propios partidos, como por los diputados que ellos coordinarán a partir de septiembre, pues aún suponiendo que ambos coordinadores lleguen a coincidir, eso nada garantiza que lo mismo harán sus compañeros diputados, la mayoría de los cuales están conscientes y dispuestos a ejercer hoy más que antes la libertad de acción de la que están dotados.
Pero además, ni los diputados ni los coordinadores tienen porqué ponerse de acuerdo tomando en cuenta lo que pretenden las dirigencias de sus partidos o los proyectos que cada uno de éstas tenga, sino a lo que deben atender es al sentir del pueblo, pues como legisladores de la Cámara Baja tal es su obligación y no responder a los intereses partidistas los cuales sólo cuentan cuando se tratan cuestiones ideológicas o doctrinales, pero no tratándose de temas legislativos.
Es verdad que debe buscarse que la Cámara y con ella el Congreso funcione bien. Pero también lo es que ese actuar correctamente debe estar encaminado a responder a los intereses del pueblo y a buscar junto a los otros dos poderes federales y los sectores sociales la construcción de un acuerdo nacional que en lo fundamental permita concretar la transición democrática en términos benéficos para el pueblo, que con desesperación advierte y sufre la inamovilidad de la estructura estatal mientras el ciudadano común se debate entre la miseria y la ausencia de esperanzas.