Para gobernar, entre otras cosas, hay que conocer la historia. Y al parecer eso es lo que les está faltando, tanto al primer regidor del ayuntamiento de Torreón, René Nahle, como al coordinador de la comisión de Salud y también regidor, Roberto Sánchez Viesca, pues con palabras más, palabras menos, ambos opinan que debe considerarse la posibilidad de establecer una nueva zona de tolerancia en nuestra ciudad.
Ignoran los señores regidores, que cuando la autoridad municipal canceló definitivamente la antigua zona de tolerancia hace más de diez años, la medida fue apoyada ampliamente por la ciudadanía, y salvo los que en ese lugar tenían intereses económicos, todos los demás sectores de la población, apoyaron irrestrictamente la medida y después de muchos esfuerzos, se logró erradicar ese ominoso lugar.
En más de una década, nuestra ciudad ha crecido en diversos aspectos, pero especialmente en el relativo al sector comercio e infraestructura urbana. Es una de las ciudades con mayor número de centros educativos del norte del país y volver a establecer un sitio en que se tolere la prostitución equivale a retroceder y darle a Torreón el tratamiento de un pueblote o de un rancho grande, al tiempo que se exponen a miles los jóvenes a riesgos muy serios.
El problema de la prostitución, es un problema complejo. Mas no por ello la autoridad municipal debe optar por soluciones simplistas, pero dañinas para la sociedad; y en ese sentido, la aplicación estricta de la ley, sin distingos de ninguna naturaleza, es lo procedente. Además, deberían saber los citados regidores, que en las zonas de tolerancia no sólo se concentran quienes se prostituyen, sino también las bandas de delincuentes y de narcotraficantes. Definitivamente, antes de hablar, los señores regidores, deben pensar lo que van a decir.