De acuerdo con la encuesta nacional sobre el Índice de Confianza del Consumidor realizada por los diarios pertenecientes a la Asociación de Editores de los Estados, a la que está afiliado “El Siglo de Torreón”, nuestra ciudad obtuvo en ella el último lugar, resultando por tanto la ciudad cuyos habitantes son más pesimistas, y alcanzó ese nivel con el 41.4 por ciento de acuerdo a los parámetros que se utilizaron en dicha encuesta.
Lo interesante del caso es que atendiendo a dichos indicadores, los habitantes de Torreón se ubicaron en ese postrero lugar tomando en cuenta la inflación (28.8 por ciento); la situación del país (30.8 por ciento); y las tasas de interés (32.5 por ciento), esto es, tres indicadores cuyo estado escapa al control de las autoridades municipales o estatales, lo que es revelador de que priva entre la población encuestada un estado de ánimo pesimista que no corresponde al que ha caracterizado a nuestra ciudad.
En efecto, si por algo se caracterizó Torreón, y en general la Comarca Lagunera, es por su empuje y actitud optimista y solidaria en los aspectos comunitarios. Tan es así, que es bien conocida la frase que era usada frecuentemente por las viejas generaciones en la que se sentenciaba sin ningún temor: “Hágase lo que se deba, aunque se deba lo que se haga”, la cual trascendió las fronteras comarcanas y generó para los laguneros una imagen de desprendimiento del dinero.
Una posible explicación de tal estado de ánimo puede ser que junto al empeño y empuje que caracterizaron a las primeras generaciones de laguneros y a su espíritu de solidaridad, los cuales se extraviaron al paso de los años, quizá ahora también se ha perdido la confianza y el optimismo en el futuro, pues al margen de las crisis recurrentes que han afectado al país y por ende a Torreón y de las cuales mal que bien ha salido, no hay razón específica para que los habitantes de esta ciudad se entreguen en brazos del pesimismo. Sin duda es un buen momento para renovar nuestro optimismo.