Aunque los datos que se mencionan en este espacio deberán ser corroborados por el Instituto Federal Electoral, las tendencias obtenidas hasta el momento derivadas de las elecciones del día de ayer indican que el Partido Acción Nacional sufrió importantes derrotas entre las que se pueden contar las de Nuevo León, Campeche, Colima y Sonora; logrando retener Querétaro y en San Luis Potosí la contienda estuvo muy cerrada, al tiempo que el de la Revolución Democrática, prácticamente arrasó en la capital del país.
Lamentablemente, las predicciones se cumplieron y los índices de abstencionismo alcanzaron el cincuenta y nueve por ciento de la votación nacional, con lo que se confirma que una buena parte del electorado se hartó de la forma en que se condujeron muchos de los candidatos a la Cámara de Diputados, quienes dedicaron más tiempo y esfuerzo a descalificar a sus contrincantes que a formular propuestas de solución para los grandes problemas que enfrenta la República.
A tal estado de cosas también contribuyó el hecho de que los tiempos de campaña en el ámbito federal son largos y la posibilidad de inundar con propaganda las ciudades es amplia, de donde deriva también una saturación del electorado que lejos de impulsarlo a las urnas para que vote, lo aleja de ellas, afectando así de manera significativa a la democracia y transición que está viviendo el país y sienta un precedente sin lugar a dudas negativo.
De acuerdo con los datos preliminares dados a conocer la noche de ayer por el IFE, el PRI obtuvo el 34.4 % de los votos y podría alcanzar 227 curules; el PAN logró el 30.5 % y le corresponderían 158 escaños y el PRD llegó al 17.1 % y es posible que ocupe 100 asientos en la Cámara, lo que significa que, como se esperaba, ningún partido alcanzó mayoría de diputados y por tanto la negociación parlamentaria jugará un papel determinante y será la única vía que el presidente Vicente Fox tendrá libre para concretar sus proyectos de reforma al Estado. Pero, ¿habrá madurez para ello?