La operación sistemática de distribuidores de drogas al menudeo en la zona aledaña al Parque Fundadores de Torreón, genera un foco de irradiación del vicio, que debe ser erradicado. De acuerdo a la información sobre el particular, el área es un punto de reunión de malvivientes que se dedican al ilícito comercio de narcóticos, a ciencia y paciencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno.
El fenómeno es viejo; basta recordar que el objetivo de construir el Parque inaugurado hace cuatro años, fue el de regenerar el lugar en donde funcionó la zona de tolerancia durante décadas. Una vez clausurada la zona a principios de mil novecientos noventa y uno, el abandono de las fincas y la ubicación estratégica, mantuvieron la presencia de distribuidores de drogas y tratantes de prostitución infantil.
La construcción del Parque es una buena propuesta de regeneración, pero resulta insuficiente dada la escasa vigilancia, la nula voluntad política para perseguir y castigar a los traficantes y hasta la sospecha de corrupción al interior de los cuerpos policíacos. El reciente episodio en virtud del cual dos policías estuvieron a punto de ser linchados por un grupo de vecinos, revela el grado de penetración de la delincuencia en el tejido social.
Las autoridades de todos los niveles tienen la palabra, pero en especial la nueva delegada de la Procuraduría General de la República cuyo arribo al cargo generó expectativas que permanecen insatisfechas. Al alcalde Guillermo Anaya, corresponde encabezar una estrategia de colaboración conjunta entre gobierno y sociedad, que atienda la solución del problema que es objeto de comentario.