Es importante que los funcionarios públicos estén bien pagados, para asegurar un buen nivel profesional y poder exigirles que cumplan su tarea con la dedicación, entrega y honestidad que de ellos se espera. Sin embargo esta visión está limitada por las posibilidades reales del presupuesto público, en relación con la necesidad de atender múltiples gastos diversos al pago de servicios personales.
Por ello resulta criticable la propuesta de la regidora priista de Torreón Consuelo Rivas Gleasson, en el sentido de que los munícipes se autoricen a sí mismos un incremento salarial superior al cinco punto veintidós por ciento decretado por el Congreso de Coahuila, en la correspondiente Ley de Egresos. La petición pretexta la necesidad de igualar los salarios de los Regidores, con los Directores de Área.
Lo anterior es inatendible; si bien los directores ganan hasta el doble del salario que los regidores, se trata de elementos con cierta capacidad técnica que son reclutados en el mercado laboral en condiciones competitivas. En cambio los integrantes del Ayuntamiento son ciudadanos elegidos en función de su representación social, sin requisitos de preparación específicos y su desempeño tiene lugar como parte de un cuerpo colegiado, en el que se diluye tanto la carga de trabajo como la responsabilidad.
Por ello es posible que como ocurre en la práctica, algunos regidores trabajen duro y otros pasen por el cargo sin pena ni gloria, “nadando de muertito”. Los regidores del Ayuntamiento de Torreón deben poner manos a la obra y servicios que requiere nuestra ciudad, en lugar de estar urdiendo cómo obtener mayor utilidad personal a su paso por el cargo de representación que les ha confiado la ciudadanía.