Con algunos aciertos dignos de mención, como es el caso del llamado a cambiar el voto de castigo por el voto propositivo, el cardenal Norberto Rivera, a través de un artículo distribuido por los voceros de la Arquidiócesis de México, señaló que los partidos políticos no son los únicos responsables de la construcción de la nación y aseveró que en un país con tanta pobreza no puede seguir creciendo el presupuesto para las elecciones.
Sin embargo, estos últimos señalamientos evidencian que el cardenal está viendo “la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, pues si bien es cierto que la construcción del país no puede quedar al sólo impulso de los partidos políticos, también lo es que en dicha tarea deben participar todos los grupos sociales y las organizaciones, así como las iglesias, pero con un ánimo propositivo, sin intereses individualistas ni con la intención de presionar al gobierno para que lleve a cabo las reformas legales que a los ministros de culto convengan.
Cuando algunos obispos de la iglesia católica afirman que el presidente Vicente Fox no está cumpliendo con los compromisos que asumió, al tiempo que se duelen de ser tratados como ciudadanos de segunda clase, dejan entrever que pudo haber existido un acuerdo mediante el cual, el entonces candidato a la presidencia de la República, se comprometió a impulsar reformas legales que posibilitaran el otorgamiento del derecho de los ministros a ser votados en los comicios populares.
Si tal fuera, el Presidente prometió algo que no estaba en sus manos cumplir cabalmente, porque como él mismo lo ha dicho: “El presidente propone y el Congreso dispone”. Pero además, no es válido pretender que en un país con tanta pobreza, las iglesias aspiren a más privilegios económicos de los que ya disfrutan. Ello sin olvidar que las democracias son costosas, mientras que las dictaduras, dentro de las cuales algunos ministros suelen sentirse cómodos, son muy baratas.