De acuerdo con información publicada en nuestras páginas, el servicio de transporte público de pasajeros ya no es negocio, pues al decir de algunos concesionarios y operadores de vehículos con los que se da ese servicio, la competencia es tal, que los titulares de concesiones han tenido que reducir voluntariamente sus ganancias al grado que si antes cobraban seiscientos pesos diarios de renta, ahora sólo pueden pedir cuatrocientos.
Es verdad que la oferta de transporte ha aumentado, sobre todo si se toma en cuenta que en virtud del desorden que priva en ese rubro y la falta de autoridad que impera en Torreón, el número de los llamados taxis “piratas” se elevó considerablemente, lo que sin duda constituye no sólo una competencia desleal sino sobre todo ilegal, pero entre iguales. Sin embargo, también lo es que quienes permitieron que eso sucediera fueron los propios concesionarios que hicieron del chantaje y la burla a las autoridades, una norma invariable de conducta.
Por ello, no pueden quejarse válidamente del estado de cosas que los mismos concesionarios provocaron, pues la gran mayoría de ellos acapararon concesiones e hicieron del negocio de la renta de placas uno de los más lucrativos, porque cobraban sin trabajar y mientras que las unidades se iban transformando en chatarra ellos se hacían ricos a costa de los usuarios y los operarios.
Pero además, si algún concesionario alega que la explotación de las concesiones ya no es negocio, tan sencillo como ceder las mismas y permitir que otros con verdadero espíritu empresarial y conocimiento del ramo vengan a prestar ese servicio. Pero eso no lo permiten aquéllos porque saben perfectamente que lo que aducen no es cierto, primero, en razón de que los usuarios de las rutas rara vez tienen para transportarse en taxi y segundo, porque como está visto no invierten un centavo en el mejoramiento de las unidades y de ahí que se queden con la mayor parte de las ganancias que obtienen.