El reconocimiento hecho por el Ayuntamiento a la memoria de Leonardo Zuloaga el martes pasado, que implicó el traslado de sus restos mortales al Torreón que dio el nombre a nuestra ciudad, constituye un acto de justicia. Lo anterior porque el personaje es considerado como el precursor de la fundación de nuestra ciudad y pionero de la agricultura como factor del desarrollo económico en la Comarca Lagunera.
Leonardo Zuloaga es el creador del primer gran sistema de riego en la región que estuvo en operación casi cien años, hasta que se construyeron la presa Lázaro Cárdenas y los actuales canales revestidos de concreto. Su esposa y heredera donó los terrenos para la instalación de la vía del ferrocarril y de la Estación del Torreón, lo que detonó la fundación de nuestra ciudad y propició su comunicación con el resto del país.
Zuloaga fue un pionero asentado en la frontera de la civilización y como empresario arrostró la inestabilidad social y política que mantuvo en vilo al México de mediados del Siglo Diecinueve. Su trayectoria es ejemplo, orgullo y compromiso para los ciudadanos de la Comarca y el merecido homenaje de que ha sido objeto dignifica y fortalece nuestra identidad regional.
Sólo empaña el suceso que se comenta, la inusitada exhibición que se hace de los restos mortales del homenajeado y su Señora Esposa, en una urna de cristal y a la vista del público. Las autoridades municipales deben ofrecer una justificación sobre el particular a la luz de criterios museográficos o rectificar la presentación y ocultar los restos tras una lápida que los proteja y los preserve.