Senadores del PRI, PAN y PRD dicen estar dispuestos a aprobar una reforma que se quedó en la “congeladora” de la Cámara de Diputados y que implica una reducción a los recursos económicos que se entregan a los partidos. No se aprobó, porque en su momento el PRI se opuso a que fuera tratada y lo hizo sobre el argumento de que los partidos necesitan recursos para ser eficientes, cuando el alegato debería haber sido esgrimido a la inversa, pues es con menos recursos como se demuestra la eficiencia de los partidos.
La citada propuesta es más amplia, pero en su parte medular plantea esa necesidad de reducir la asignación de recursos a los partidos políticos, pues baste con citar que de haberla aprobado oportunamente, se hubieran ahorrado en el proceso electoral de este año mil doscientos millones de pesos, con los que se podrían haber hecho muchas cosas en favor de la educación, la salud o la vivienda. Pero todo se destinó a los partidos.
Si al excesivo gasto que realizan los partidos, le sumamos las desviaciones, pillerías y despilfarros en que incurren sus dirigentes, entenderemos el porqué el ciudadano común no acude mayoritariamente a las urnas y exhibe así la ineficiencia de los partidos y su falta de penetración entre el electorado, no obstante los miles de millones de pesos que se gastan en las campañas, lo cual no es suficiente para convencer al ciudadano de que acuda a votar.
La idea es buena y responde al sentir de la ciudadanía. Pero lo malo es que nadie les cree a los senadores que dicen apoyar esa propuesta, porque tanto ellos como los diputados responden a los intereses partidistas y no a los del pueblo, mismo que cada vez se muestra más desencantado de la política y los políticos, a pesar de lo cual ni el gobierno, ni los partidos y menos los políticos se dan cuenta de que el pueblo repudia sus formas operativas y desearían menos política y más respuestas a sus demandas sociales.