Cuando hace más de diez años en el municipio de Torreón se realizó la depuración del Padrón de Alcoholes y se implantaron las medidas para regular la venta y consumo de bebidas embriagantes, existían poco más de mil licencias y este número permaneció igual durante algún tiempo, que por lo visto, debe haber sido corto, pues actualmente se tienen registradas más de dos mil, lo que implica que en una década el citado número aumentó al doble.
Cierto es que la población ha crecido, pero ello no es justificante para que se hayan expedido más de mil nuevas licencias, porque la venta de alcohol no es un “servicio” que requiera la población para su mejor desarrollo; al contrario, en la medida en que se permita que aumenten este tipo de licencias, mayores serán los problemas que tenga el municipio y menor será la posibilidad de que exista un desarrollo armónico de la población.
Mencionamos lo anterior en razón de los resultados que arrojó la investigación llevada al cabo por la secretaría de la Contraloría Municipal, mediante la cual se detectó la expedición de treinta y siete licencias sin sustento jurídico; y si bien las mismas deberían cancelarse de inmediato, lo más importante es que se haga lo mismo con muchas más para evitar que continúe proliferando la venta de bebidas embriagantes.
Dos mil ciento cincuenta y nueve licencias operando en el municipio son demasiadas y el problema crece si se toma en cuenta que muchas de ellas son, con seguridad, cantinas disfrazadas de restaurantes. De ahí que el municipio deba tomar de inmediato las medidas que sean necesarias para reducir substancialmente el número de licencias vigentes a fin de que se establezcan nuevos controles que coloquen el problema de la venta y consumo de alcohol en niveles tolerables.