En donde debería imperar la prudencia, lo común es que ésta brille por su ausencia, pues todos los partidos políticos sin excepción alguna tienden a politizar cualquier tema que pueda servirles para desprestigiar a sus adversarios y captar votos. Porque desde hace mucho tiempo en la política nacional impera la calumnia, la mentira, las verdades a medias y la filtración de información como recursos para tratar de lograr el voto ciudadano.
Es por ello que resulta incongruente que el presidente del Partido Acción Nacional, Luis Felipe Bravo Mena, le pida mesura al consejero electoral Jaime Cárdenas, al tiempo que lo acusa de estar especulando respecto de la información que ha trascendido en la investigación que lleva al cabo el IFE en el asunto de los “Amigos de Fox”, de la que presuntamente se derivan datos que hacen suponer transferencias de dineros públicos de municipios panistas a la campaña presidencial del dos mil.
Todos los dirigentes partidistas y otros miembros “distinguidos” de éstos, en distintos momentos, han hecho uso de recursos ilegales para atacar a sus adversarios, pues algo semejante de lo que ahora sucede le aconteció a Rosario Robles, cuando la acusaron de utilizar recursos del gobierno del Distrito Federal para fines políticos; y otro tanto hizo el entonces secretario de la Contraloría, Francisco Barrio, al filtrar información sobre el Pemexgate.
Sin embargo, el que la gran mayoría se apoye en esos recursos para hacer política, no quiere decir que eso sea lo correcto; al contrario, ojalá y las proporciones estuvieran invertidas y fuera una minoría la que utilizara la calumnia y las verdades a medias para hacer política, de manera que en su mayoría los políticos se condujeran con la verdad y se valieran de las ideas para convencer al electorado de sus propuestas de gobierno. Pero todo indica que las cosas seguirán como hasta ahora y la incongruencia será la constante en el panorama político nacional.