Lo que se había venido negando por el gobierno norteamericano de George Bush, en relación con las presiones que estaba ejerciendo sobre ciertos mandatarios de los países que son miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de naciones Unidas, se confirmó esta semana al revelar “The New York Times” que el presidente de EU llamó el sábado pasado tanto a Vicente Fox, como a Ricardo Lagos, presidente de Chile, para pedirles su apoyo en su lucha contra Iraq.
Nada de extraño ni censurable tiene el hecho de que el gobierno de los Estados Unidos realice labores de cabildeo con los representantes de cualquier otro país. Pero lo que sí resulta excepcional es que el propio presidente Bush llame a sus homólogos de México y Chile para solicitarles ese apoyo, pues la sola conversación telefónica directa entraña un grado de presión que es inadmisible, cuando menos para el pueblo de nuestro país.
Las reuniones entre miembros de las chancillerías y aún entre los propios cancilleres son comunes ante este tipo de conflictos y es lógico suponer que, de llegar a reunirse los presidentes de México y EU, hagan comentarios en torno a temas tan delicados, precisamente por esa razón. Sin embargo, utilizar la vía telefónica exclusivamente para abordar el tema de la posible guerra con Iraq, es en sí mismo en principio de presión que no debe aceptar el Gobierno de México.
En otro momento trascendió que la Casa Blanca había planteado la posibilidad de lograr el apoyo de México, contra un eventual acuerdo en materia migratoria, dado el interés que el gobierno de Fox mantiene sobre ese tema, lo que aunado al hecho que se comenta, torna verosímil esa trampa para lograr que México rompa con su tradición pacifista y apoye la realización de una acción bélica contra Hussein, lo que no debe suceder y menos con presiones o chantajes como los comentados.