La proliferación de rastros clandestinos en el Municipio de Matamoros, Coahuila, plantea un problema de salud que debe ser atendido por las autoridades Estatales y Municipales. En investigación realizada por El Siglo de Torreón cuyos resultados fueron publicados el domingo pasado, se revela la matanza de animales para la obtención de carne que se destina al consumo humano, fuera de todo control sanitario.
El problema es grave porque la existencia de los rastros clandestinos propicia la matanza de ganado enfermo y hasta el destazado de “bachanes”, como se conoce a los cadáveres que llegan a los clandestinos para ser procesados. Frente a los señalamientos, autoridades de ambos niveles de Gobierno se culpan mutuamente y se excusan alegando que no tienen personal ni vehículos para combatir la ilícita actividad.
Es necesario que la Secretaria de Salud en el Estado y el Titular de la Jurisdicción Sanitaria en la región, dejen de ofrecer pretextos que en nada contribuyen a resolver el problema. Al igual es preciso que el alcalde matamorense Felipe Medina Cervantes asuma la responsabilidad que en el caso pretende eludir, porque el servicio público de rastro que corresponde al Municipio, conlleva el control de dicha actividad.
Al esfuerzo de las autoridades sanitarias de ambos niveles de Gobierno, debe sumarse la Policía Estatal Preventiva, costoso elefante blanco del Gobierno del Estado, que los ciudadanos esperan ver en operación. La matanza clandestina requiere especial atención porque lo dilatado del territorio de Matamoros y su vecindad con el Municipio de Torreón, amenazan con acrecentar el riesgo que plantea.