Las declaraciones del líder de los telefonistas mexicanos Francisco Hernández Juárez en términos de su oposición a la reforma energética, ameritan ser objeto de comentario. De acuerdo a tales manifestaciones, el también dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores que agrupa a trescientos sindicatos, considera que la inversión privada en el sector referido constituye un agravio a la clase trabajadora.
La posición que asume el líder telefonista, ocurre por motivos meramente políticos en función de los cuales protesta por la integración del Consejo del Instituto Federal Electoral a la luz de un acuerdo entre partidos que excluye a las fuerzas que se autodenominan de izquierda. En ese contexto el dirigente amenaza tomar las calles y anuncia la creación de un bloque parlamentario de oposición a las reformas energética y hacendaria.
La posición del dirigente es incongruente con el desarrollo del sector telefónico, fortalecido a raíz de su privatización. También son incongruentes los ataques al sindicalismo electricista que dirige Leonardo Rodríguez Alcaine con los que adorna su oposición a la reforma del sector energético, porque los lanza desde una tribuna sindical que Hernández Juárez ocupa desde hace veintisiete años.
El largo permanecer del líder telefonista en el puesto y su inminente reelección por cuatro años, revelan que el viejo sindicalismo es un lastre para el desarrollo del país en la medida en que no existe renuevo en las dirigencias que velan por sus particulares intereses políticos y no por los trabajadores. Una vez más se hace patente la necesidad de renovar la vida sindical, a partir de la elección de los dirigentes por medio del voto secreto y directo de los agremiados.