Los primeros años de la administración que encabeza el presidente Vicente Fox, se han caracterizado, entre otras cosas, por sus enfrentamientos con el Congreso federal, a grado tal que el propio Presidente considera equivocadamente que si en las próximas elecciones del mes de julio su partido logra una mayoría en la Cámara de Diputados, podría “quitarle el freno al cambio”, lo que es falso porque la composición de las fuerzas políticas en el Senado no se modifica y todo proyecto de ley obligadamente tiene que pasar por las dos cámaras.
Pero ahora, en un nuevo capítulo de estos enfrentamientos, Fox acaba de vetar las reformas que en diciembre pasado aprobó el Congreso (incluso con el voto favorable del PAN) y que introducen en la Ley del Sistema de Administración Tributaria la obligación de que dos secretarios de Finanzas de las entidades federativas, formen parte de la Junta de Gobierno de dicho sistema.
La intención del Congreso era zanjar con esa medida las diferencias entre federación y estados en razón de que éstos acusan a aquélla que los recortes decretados en forma unilateral por la secretaría de Hacienda, carecen de fundamento y sólo son una forma de perjudicar a algunos estados en beneficio de otros, por lo que con la participación de los funcionarios estatales se transparentarían los montos de los recursos que capta la federación, así como su asignación.
El veto presidencial viene a evidenciar, por una parte, que Vicente Fox es capaz de oponerse hasta a las decisiones del Congreso con las que su partido está de acuerdo; y por otra, que no tiene la menor intención de transparentar frente a las entidades federativas los montos de la recaudación federal y su forma de asignación, con lo que de alguna manera deja entrever un manejo poco claro de esos recursos y la tendencia a actuar, como en el pasado, en forma diferenciada, de acuerdo a los intereses políticos del Ejecutivo federal.