En motivo de confrontación social y política de múltiples aristas, amenaza convertirse el tema de la ubicación de los patios de maniobras del ferrocarril que actualmente existen en Gómez Palacio, Durango. Lo anterior porque a la incomodidad ancestral que implica el paso de las vías por la ciudad, se suman peligros emergentes, entre los que se cuentan los descarrilamientos ocurridos los últimos tres meses.
La alcaldesa Leticia Herrera señala al Gobierno de Coahuila como responsable de retrasar el cambio de las instalaciones de la empresa Ferrocarril Mexicano a la ciudad de Torreón. Por otra parte, en nuestra ciudad existe una oposición física al traslado de referencia, instrumentada por vecinos de las colonias del sur y precaristas que impunemente, se han posesionado de terrenos ubicados en los derechos de vía.
Urge que impere la cordura frente a una cuestión que es de orden público, pues no se concibe que el paso de un medio de transporte como el que es objeto del comentario sea fuente de conflictos irresolubles. El paso del ferrocarril se encuentra ligado al origen y desarrollo de la Comarca Lagunera y el reto de su modernización es una prioridad en el rubro de la planeación estratégica del futuro de la región.
Es necesario que haya coordinación entre los Gobiernos de Coahuila y Durango sobre el particular, pero ello se antoja inalcanzable en un medio político en el que sobrevivir es la prioridad. El bien público demanda que los gobernantes se enfoquen en la atención de los problemas cotidianos, pero tal objetivo parece imposible en el marco de intereses electorales que mantienen a nuestras autoridades “nadando de muertito”.