Por: Eunice Martínez Arias
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Está sentado. Al recordar sus años de juventud, el señor Felipe no puede esconder la alegría que le evocó. Era muy chico cuando descubrió que el canto era una de sus pasiones, pero la pobreza en que vivía le impidió buscar suerte en el medio musical.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que este hombre se diera la oportunidad de cantar ante un público. Siempre se escondía atrás de los demás para que no lo vieran, la pobreza lo hizo adquirir un sentimiento de menosprecio, pero la música y otros cantantes de la región lo hicieron salir de la oscuridad.
Desde hace ocho años Don Felipe canta en diferentes lugares de la localidad; empieza la semana en Los Domingos Culturales que se realizan cada ocho días en La Alameda, Los miércoles asiste a la Plaza de Armas y forma parte de Los Miércoles del Recuerdo, también acude a Los Jueves Bohemios que se llevan a cabo en la Plaza Principal de Gómez Palacio, y así en muchos lados más.
Frente al reportero, Felipe Chávez Jiménez cuenta algo de su vida... ?Nací en un pueblo muy bonito que está en Jalisco, se llama Concepción de Buenos Aires. Era de los que iba a dar serenata, cantaba rancheras estilo cardenche, algo que se ha ido perdiendo?.
Con algo de nostalgia platica que fue el octavo de doce hermanos, en su hogar había muchas carencias. A los 15 años viajó a la ciudad de México para trabajar, pero también buscó oportunidades asistiendo a programas de aficionados... en esos conoció a Javier Solís.
?Siempre me ha gustado como canta, y desde que lo conocí en el programa El Siglo XX ?aún como aficionado- su estilo me cautivó. Su nombre verdadero era Gabriel Levario. Pero otra de las emociones que viví en México fue al ver en persona a Pedro Infante, no era muy alto pero tenía el pecho ancho. No le miento, pero lloré cuando lo oí cantar?.
Constantemente el ?joven Felipe? viajaba de México a su natal Concepción de Buenos Aires, pero también aprovechaba para ir a Guadalajara, allí visitaba estaciones de radio y televisión para darse a conocer, también pudo cantar en algunos centros nocturnos. Aunque la música era algo que le apasionaba, le apenaba en demasía estar frente a un público, siempre cargó a cuestas que al ser pobre era menos que los demás, esa creencia fue un impedimento para que lograra sobresalir.
El tiempo pasó y Don Felipe empezó a trabajar en una empresa americana dedicada a surtir a las tiendas y centros comerciales de frutas y verduras, lo mandaron a trabajar en el área de La Laguna. Por muchos años fue el pilar de la empresa en ésta área del país; en esa época todavía tenía la inquietud de cantar, pero estaba consagrado al trabajo... no tenía tiempo para otra cosa.
Pero llegó el día en el que la empresa prescindió de sus servicios, Felipe entró en una gran depresión, no tenía ganas de nada, se enfermó y permaneció en su hogar... así vivió durante ocho años hasta que conoció a Salvador Muñoz.
Desde entonces, Salvador Muñoz, Manuel Marín y demás intérpretes locales lograron que Felipe Chávez Jiménez recobrara la vitalidad. Para empezar había conseguido perder el miedo a la gente, darse su lugar como persona y cantar, lo que siempre había querido.
?Deseo que la gente sepa lo que siento y lo que quiero ser, también que vean que las personas adultas que cantamos no somos unos nacos, sino artistas que aún producimos y sabemos hacer las cosas?.
Una historia para recordar
Ahora que vio realizado su sueño de cantar ante público, Felipe Chávez quiere seguir haciéndolo hasta el término de su existencia.
-Los temas que más le gusta interpretar son aquellos que le cantan al amor como Cariño Verdad y Señora Bonita. También los de Javier Solís.
-Asegura que conoció a Vicente Fernández cuando aún no era famoso, ?Yo le llevaba alfalfa para sus vaquitas?.
-No ha tenido la oportunidad de grabar un disco, pero espera hacerlo próximamente.
FUENTE: El Siglo de Torreón.
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