Por Cristal Barrientos Torres
FOTOS: Sergio Reyes
EL SIGLO DE TORREÓN
Comarca Lagunera.- Las opiniones coinciden: en la actualidad la niñez enfrenta serios problemas como: violencia intrafamiliar, abuso sexual y conflictos económicos. En consecuencia las estadísticas de menores trabajadores y en la calle, van en aumento.
Para el próximo Día del Niño, no todo será juegos y risas. En una infancia llena de contrastes, algunos han perdido la alegría, la inocencia y otros más luchan por salir adelante.
El trabajo de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila, en las escuelas primarias comienza a dar resultados: en el 2003 por lo menos ocho niños han llamado al organismo para denunciar violencia intrafamiliar.
Según David Omar Sifuentes Bocardo, segundo visitador de la Comisión de Derechos Humanos en el Estado de Coahuila (CDHEC), el trabajo del organismo se enfoca a los menores en edad escolar. “Poco a poco hemos ido teniendo resultados porque los niños ya llaman y denuncian que sus compañeros son víctimas de violencia física”.
Y añade: “Desafortunadamente no es competencia de la Comisión resolver los casos de violencia intrafamiliar, pero aún así tenemos el compromiso con los menores para pedir la intervención ya sea del DIF o de la Procuraduría de la Familia, para nosotros es importante atender sus denuncias porque de lo contrario ya no volverán a llamar”.
Es fundamental, dice, que los niños conozcan la existencia de instancias que los puedan ayudar. “Esa frase de que cuando tengas un problema cuéntaselo a quien más confianza le tengas ya es obsoleta, no aplica porque generalmente las personas que abusan de los menores son los familiares cercanos”.
Además de la familia, agrega, debe haber alguien más que brinde apoyo a los menores como organismos o instituciones. “Los padres de familia y la sociedad en general tienen que entender que los niños pueden denunciar, tal vez no tengan razón, por eso hay que explicarles, no tiene nada de malo. Es importante que como mexicanos, los niños comiencen a confiar en las instituciones y si éstas les fallan será negativo para ellos”.
Con este tipo de acciones, señala, los menores comienzan a tener una participación política y social que no es reservada para los adultos. Según Sifuentes Bocardo, los funcionarios al recibir llamadas telefónicas de niños, por ningún motivo los deben tratar como a los adultos.
“Los menores se arman de valor porque es muy penoso lo que tienen que contar y cuando los funcionarios les dicen que traigan a sus padres para ver si es cierto, no es viable. Los inhibe porque tal vez no tengan un adulto que los apoye”.
A decir del funcionario tanto el DIF como la Procuraduría de la Familia, cumplen con su trabajo pero reconoce que falta mucho por hacer, sobre todo es necesario la sensibilización de los funcionarios hacia los problemas de los menores.
Otro de los objetivos de la Comisión es trabajar en la sensibilización de los maestros porque son como segundos padres, pero a veces se les olvida. En opinión de Sifuentes Bocardo los principales problemas de la niñez son: la falta de valores y la crisis económica en el hogar, además de la deficiente educación proporcionada por las instituciones escolares.
Los mismos, pero diferentes
El Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF) cuenta con diversos programas para atender a los menores en riesgo. Según el director del organismo, Juan Ángel Valle Lozano, los niños reciben una atención integral.
Los programas del DIF, reconoce el funcionario, se heredaron de la administración municipal pasada, sólo que ahora son más “psicológicos”.
A los menores, dice, que han sido violados y padecen violencia intrafamiliar, se les da atención especializada e integral y para ello el DIF cuenta con un grupo de psicólogos, además el personal de manera continua recibe capacitación.
Al ser cuestionado sobre los problemas que enfrentan en la actualidad los niños de Torreón, el funcionario municipal responde: “es bastante genérico porque es una ciudad en crecimiento. Hemos visto como factor fundamental de causa a nivel infantil, el uso indiscriminado de la televisión. Los menores abandonan las horas de convivio con su familia. Los hogares disfuncionales es otro problema porque siempre los padres abandonan a los hijos”.
Ese diagnóstico, agrega, es el resultado que se obtuvo de una reunión con psicólogos del organismo que se realizó con el fin de detectar cuáles son los problemas que enfrentan los menores de Torreón. “Esto hace que los niños adolezcan del cuidado de sus padres y los niños van a la calle”.
Según el funcionario, en la actualidad no existe una base a nivel de valores, por eso los menores cuando no encuentran un buen ambiente en casa, salen a la calle y si no tienen la información suficiente, son presa fácil de adicciones.
Menores en Riesgo es un programa institucional del DIF. “Hemos tratado de hacer diferentes los programas que dejó la administración pasada, ahora se trabaja con mayor influencia, con más apoyo psicológico, terapias, orientación hacia la familia, esto no se hacía antes”.
Y añade: “la idea es fortalecer las relaciones intrafamiliares para que los padres estén conscientes de los riesgos que tienen los niños”.
En opinión de Juan Ángel Valle Lozano, los niños que trabajan en los cruceros tienen un hogar disfuncional. “Estamos tratando de engancharlos y ponerles un programa con un mayor resultado, en caso de detectarse adicciones pasan al programa de Menores en Rehabilitación con Adicciones. Queremos hacer su estancia más atractiva para que no abandonen las terapias”.
Además de dinero, dice, los niños en la calle buscan afecto, reconocimiento de la sociedad o un sentido de pertenencia, algo que no tienen en sus casas. El funcionario señala que las ganancias en los cruceros son buenas para los menores.
“Estamos implementando un programa que va a ir más allá, se trata de intercalar lo que los niños buscan en los cruceros para de alguna manera nosotros podérselos dar a través de programas productivos o alternativas de fuentes de ingreso”.
Cada historia una tragedia
Laura Martínez Noriega, directora de la Casa Hogar, reconoce: “cada uno de los menores que se encuentran albergados con nosotros tiene una historia trágica”. Bajo su custodia están niños víctimas de la violencia intrafamiliar, abandonados y abusados sexualmente.
Los menores del albergue Casa Hogar son remitidos por la Procuraduría de la Familia. En este lugar permanecen de manera temporal o hasta cumplir la mayoría de edad. En pocas ocasiones los niños pueden reintegrarse a su familia.
La directora del albergue considera que todos los niños tienen derecho a una oportunidad, pero sobre todo a gozar de una mejor vida. Según Martínez Noriega, los pequeños han pasado por experiencias muy duras y difíciles, pero aún pueden salir adelante.
Lo más importante, dice, es proporcionar a los menores seguridad y levantarles la autoestima, pues cuando son lastimados por sus padres pierden la confianza en sí mismos. En Casa Hogar, asegura, han encontrado oportunidades, ganas de estudiar y aspiraciones para en un futuro tener un empleo bien remunerado.
A decir de Laura Martínez, la sociedad debe sensibilizarse ante un problema social muy grave como la violencia intrafamiliar. “Es importante que la gente trate de descubrir el valor de los niños. A lo mejor ellos no han podido elegir la familia en que les tocó nacer. Los niños son valiosos, nos son un estorbo”.
Los padres de familia, agrega, además de no hacer felices a sus hijos, por cualquier motivo los golpean, los lastiman “por eso tantos niños están aquí, la sociedad debe tratar de recuperar el valor de los niños, los valores morales, el respeto hacia ellos”.
Pero también hay a quienes sí les importan los problemas de los niños. A Casa Hogar acuden decenas de jóvenes universitarios para convivir con los menores, además tratan de inculcarles valores y sobre todo a creer en Dios, algo que algunos padres de familia han olvidado hacer.
En Lerdo, los problemas son menores
Las estadísticas en Lerdo son más alentadoras. De acuerdo a Karina Alvarado Reyes, trabajadora social de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Mujer, en lo que va del año se han presentado 13 denuncias por maltrato infantil.
“Las cifras no son alarmantes en comparación con otros Municipios, pero para mí un sólo caso de violencia ya es mucho, en lo que va del año hemos atendido como 13, pero en el 2002 tuvimos sólo cuatro, esto quiere decir que las estadísticas van en aumento”.
A cada menor, señala, se les da tratamiento. “Se trata de maltratos leves. El número pudiera resultar mínimo, pero también es consecuencia de la falta de cultura para denunciar, quejas hay muchas pero al momento de realizar las investigaciones, las personas se retractan por temor a represalias”.
En opinión de la trabajadora social es necesario iniciar una lucha para fomentar la cultura de la denuncia. “No todos se atreven, ahí es donde nosotros debemos trabajar porque la gente debe entender que quien maltrata a un niño lo perjudica para toda la vida, hay que denunciar estos casos”.
Uno de los graves problemas que enfrenta Lerdo, es la falta de infraestructura para atender a menores en riesgo, cuando algún infante debe ser retirado del hogar, lo canalizan a los albergues de Torreón mientras se resuelve su situación.
“Soy de la idea de que lo que les pase a los niños es responsabilidad de los padres, si son cosas buenas pues que bien, pero si son malas es culpa de ellos porque son menores de edad y es su responsabilidad cuidarlos”.
Ni menores en la calle ni trabajadores
Ángel Castillo Medellín, director del Sistema Integral para el Desarrollo de la Familia (DIF-Lerdo), aclara: en el Municipio no existen menores en la calle ni trabajadores, pues afortunadamente las familias son más tradicionalistas a pesar de la difícil situación económica.
“Nuestras estadísticas difieren mucho de los municipios conurbanos como Torreón y Gómez Palacio porque influye la cantidad de habitantes. Lerdo tal vez sea un municipio pobre pero las familias se preocupan más porque los niños estudien en lugar de mandarlos a trabajar”.
Y añade: “ en Torreón las estadísticas son alarmantes, pero eso no significa que en Lerdo no tengamos problemas relacionados con la violencia física a los menores o violaciones, lo que pasa es que en este Municipio no existe la cultura de la denuncia”.
El Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Riesgo (Pamar), está enfocado a localizar a infantes en riesgo, es decir, que sean propensos a convertirse en drogadictos o alcohólicos, incluso involucrarse en problemas mayores como actos delictivos.
Pamar, señala, atiende a 40 menores en riesgo en la Casa de la Tercera Edad, algunos de los infantes cuentan con becas, además se les proporciona orientación, asistencia psicológica y los maestros los ayudan a regularizarse en sus clases.
Según Castillo Medellín, en Lerdo, es muy raro encontrarse a niños laborando en los comercios, pues existe la cultura de que los niños no deben de trabajar ni pedir dinero en las calles: “ Incluso en todo el Municipio tenemos detectado a un sólo mendigo, pero es un señor de edad”.
Sin embargo, el director del DIF reconoce que podría existir la posibilidad de que los niños migraran a Gómez Palacio o Torreón, con la intención de pedir dinero o trabajar en los centros comerciales.
Siempre hay una segunda oportunidad
En opinión de María de la Luz Flores Hernández, coordinadora del Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Gómez Palacio, los niños afectados por problemas como la violencia intrafamiliar, pueden aspirar a una vida diferente si se les brinda la orientación necesaria.
A través de Pamar, señala, en la Casa del Niño se captan a los menores en riesgo para proporcionarles una atención integral, pues sólo así podrán evitar que sean propensos a delinquir o convertirse en un alcohólico o drogadicto.
Según Flores Hernández, el 80 por ciento de los menores han logrado buenos avances, sobre todo se han ocupado más de la escuela. “Nosotros nos sentimos preparados para atender a los niños como debe ser porque nos hemos capacitado profesionalmente”.
Uno de los problemas a enfrentar, señala, es el miedo de los niños hacia los trabajadores de la Casa del Niño, sobre todo entre los menores que se ganan la vida en los cruceros de Gómez Palacio, pues temen que al retirarlos de su actividad los perjudiquen económicamente.
Ante ese obstáculo, los trabajadores de la Casa del Niño, tratan de ganarse su confianza en su espacio: los cruceros. Hasta la fecha ha dado buenos resultados y varios menores reciben una atención integral, además de becas educativas.
“Tratamos de ofrecerles lo mejor, los niños que trabajan en centros comerciales deben estudiar y si dejaron la escuela por problemas económicos, los ayudamos a concluir con sus estudios, incluso les entregamos un certificado avalado por la Secretaría de Educación Pública”.
María de la Luz Flores Hernández considera que no es una responsabilidad muy grande para los menores el hecho de trabajar y contribuir con dinero en su casa “la ventaja de los niños es que lo toman como un juego, además se sienten indispensables en su casa, no se toman su papel como los adultos que se agobian por el dinero, ellos son felices como están, tratamos de inculcarles que si le echan ganas van a salir adelante”.
Los derechos de los niños, en el olvido
En opinión de Víctor Cabrera Morales, secretario de la Ciudadanía Lagunera por los Derechos Humanos (Ciladhac), en el respeto hacia los derechos de los niños hay ciertos avances, pero todavía es un área muy débil porque las metas que se han logrado son de bajo alcance.
“Apenas estamos en la etapa de alcanzar a comprender, en algunos de los casos ni siquiera entendemos la importancia de primero dar a conocer y luego poner a funcionar lo que es la convención de los derechos de los niños, si fuéramos tratando de enumerar alguna de las cosas básicas de esta convención, veríamos que nos falta mucho por hacer”.
Cabrera Morales no niega que ha habido algunos avances, pero los reportes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF por sus siglas en ingles), reflejan que todavía hay mucho retraso en la comprensión de los derechos de los niños.
“Para nosotros está claro que las instancias gubernamentales hacen su trabajo con cierta plataforma y visión política. Nosotros llevamos más de diez años trabajando en esto, no tenemos cortapisas en decir las cosas, entendemos que las instancias gubernamentales tienen que cuidar algunas situaciones, en pocas palabras no pueden hablar a calzón quitado, como que forma parte de su manera de trabajar”.
Y añade: “Nosotros vemos la crudeza de la realidad de los niños y no negamos que haya esfuerzos. Con el gobierno panista se ha facilitado el trabajo de las Organizaciones No Gubernamentales, con los priístas fue más difícil, eran duros para comunicarse”.
Los organismos gubernamentales, dice, se ocupan por defender sólo algunos de los muchos derechos de los niños, mientras que Ciladhac en coordinación con la asociación Espíritu que Danza, lucha por una visión integral y no darle prioridad a unos cuantos.
En la actualidad, asegura, existe una visión muy patriarcal, muy tradicionalista en donde se le permite poca participación al menor y en consecuencia no cuentan con suficiente espacio de expresión. Además, señala, existen atrasos en la educación, pues es una formación escolar rígida donde los valores no son fomentados.
“Al profesorado le falta mucha apertura, la mayoría no conocen los derechos de los niños, además hay varios aspectos que no comprenden, lo típico es que a los alumnos se les trata como objetos, los métodos educativos no están pensados para tratarlos como individuos sino como objetos, de manera sistemática, no muy íntima”.
Hay que creerle a los niños
Los niños nunca mienten. Cuando han sido víctima de violación o violencia intrafamiliar, siempre dicen la verdad, según considera la doctora Marta Oliva Rivera Valdés, especialista en abuso sexual en niños y adultos del Centro Sí Mujer.
De acuerdo a la experiencia profesional que ha logrado a través de los años, Marta Rivera señala que los niños en la actualidad se enfrentan a dos problemas muy graves: el abuso sexual y la violencia inatrafamiliar.
“Aunque los golpes son encubiertos y haya una falta de reconocimiento de la violencia tanto en los menores y en las mujeres, en los hospitales ni siquiera hay estadísticas sobre este problema, se registra como policontundidos o fractura de brazo, pero no como violencia intrafamiliar”.
Como parte del abuso sexual infantil, agrega, debe contemplarse el hecho de que una persona lo desnude, lo bese o le haga tocamientos: “nada más se castiga cuando hay penetración ya sea anal o vaginal, del resto dicen: nada más lo sobó, se considera sólo delito cuando es penetrado, pero muchas veces ese nada más lo sobó es una traición muy grande hacia los niños”.
Cuando los niños son víctimas de la violencia intrafamiliar o abuso sexual, por lo general son agresivos o rebeldes, muestran diferentes síntomas porque hay quienes se vuelven introvertidos o callados.
A la sociedad, dice, le cuesta trabajo aceptar y comprender la realidad: “hay que saber que cuando un niño dice que alguien lo tocó, lo manoseó o lo besó, no está mintiendo, los niños mienten para protegerse pero de qué se protegen al decir que el vecino o el tío, lo manoseó”.
Si el niño lo dice, agrega, es porque así fue: “hay que creerle a los niños, cuando dicen que están pasando por ese tipo de situaciones no están mintiendo, es diferente cuando roba y dice mentiras para protegerse pero en estos casos de qué se estaría protegiendo”.
Otro de los problemas que enfrentan los niños en el hogar, es la difícil situación económica porque ambos padres deben trabajar: “los pequeños se encuentran con unos padres cansados, estresados y que no les tienen suficiente paciencia”.
En opinión de la doctora, los hogares ideales no existen ni padres de familia perfectos: “creo que todos debemos aprender que los problemas son parte de la vida, las dificultades sirven para salir adelante y esto lo deben aprender los niños”.