Los seres que tenemos conciencia del bien y del mal somos un privilegio natural y tenemos que orientarnos y aspirar a dar el gran salto hacia la puerta brillante del conocimiento y la evolución, y fundirnos con el ritmo noble del origen de los tiempos, para atender sus vibraciones de verdad y equilibrio. ¿Hasta dónde se puede tolerar la acometida constante del odio y la sinrazón del hombre malvado sin conciencia? ¿Hasta cuándo el mundo puede estar en manos solamente de intereses económicos y corruptos? Las armas y el dinero dan poder y ésa es la parte donde la maldad del sistema se centra y evoluciona a un ritmo irracional y vertiginoso que hace posible un desenlace catastrófico. Cuando nadie se fía de nadie, y es posible el ataque, la invasión violenta... Se fomenta un espíritu de desconfianza y todos quieren ser poderosos; por una parte para retener sus territorios y por otra para saciar su odio, su maldad genética.