La luz para los seres humanos es todo aquello que nos libera de la tristeza de vivir en una constante pesadilla. El mundo lo hacemos nosotros los seres humanos y somos nosotros los que hacemos la luz y la oscuridad, con nuestros pensamientos y nuestras acciones. Hay seres humanos iluminados que pueden guiarnos, pero que no sabemos reconocer como tales. Y si los vemos muy diferentes, con demasiada frecuencia tornamos nuestra ira, nuestra falsedad y nuestro impulso destructivo sobre de ellos. Pero no resultan dañados. Quien los vio y no reconoció su poder espiritual para aprender, es quien resulta perjudicado en todas las áreas de su vida. Hay que reconocer a esos pocos seres humanos luminosos para que nos arrojen luz, para que nos impregnen de su verdad, de su equilibrio. Por la ceguera autoimpuesta, esos seres excepcionales pasan desapercibidos y no valoramos el amor que brota de sus corazones.