Claramente vivimos en un mundo que tiende al total desequilibrio. La visión de la humanidad hoy en día es ciega y se manifiesta en todos lados, hasta en los rincones más recónditos. Todo está funcionando mal, que ni duda cabe. Las relaciones se rompen con facilidad muy extraña. Hay una irracional maquinaria en el hombre que todos sentimos y en la cual estamos atrapados. Para salir, necesitamos más conciencia y disponernos a despojarnos de la malevolencia y para colmarnos de amor. Nacer en este mundo es muy normal, pero desgraciadamente lo anormal, lo aberrante y lo grotesco es lo que funciona. Hay una confusión genética para entender la vida desde muchas razones lógicas y razonables, cuyas impresiones cerebrales mandan y dirigen desde la normalidad carente de emociones nobles de amor. Para llegar al amor verdadero, para afiliarnos con otras gentes, hemos de ejercer autodominio y autoobservación.