Mientras más seguros estemos de cuál es nuestro propósito en la vida, mientras con mayor firmeza fijemos nuestro objetivo de vivir en el presente, y mayor entusiasmo pongamos en el trabajo cotidiano, más mostraremos el hábito de vivir solamente en el presente y el entusiasmo en nuestra labor diaria, más fácil, será que atraigamos sobre nosotros las circunstancias y gentes que queremos. Cuanto más logremos esto, más podremos vivir en el presente y mayor será nuestro entusiasmo. Es decir, ponemos en movimiento un ciclo de entusiasmo y éxito que se perpetúa a sí mismo. Ese ciclo añade combustible al proceso dinámico mental que atrae hacia nosotros las cosas, personas y circunstancias.