Todo mundo quiere tener, ir muy alto, como lo ordena una sociedad que se desliza en la confusión y las tempestades del odio y de la discordia. Es sorprendente que las grandes mayorías de seres humanos vean como verdad lo que es una degeneración, una depravación de la mentira. ¿Realmente podemos creer esa mentira tan estúpida que el tener nos va a volver importantes? ¿Ante quién y para qué? ¿Para qué se quiere ser poderoso como lo dice la sociedad perversa? No se sabe, porque quienes eso buscan, lo logren o no, padecen de una idiocia incurable. Lo cierto es que los seres humanos han violado todas sus leyes naturales y construyen en su mente el vacío existencial que se aprecia en los rostros de los humanos. Un vacío que no puede llenarse con cosas, con reconocimientos ni con dinero. Un vacío que hace estragos, que corroe el tejido conyugal, familiar y social. Vanidad de vanidades de los, poderosos idiotas.