No hay que dejar que nos asalten las dudas. Si tenemos buenos sentimientos y un gran corazón, hay que sentirnos benditos, porque somos de los pocos entre las absolutas mayorías. Pero si nos reclutan de afuera, haciéndonos dudar de nuestro espíritu generoso, se amplía la potencia dañina de la bestia enloquecedora. La paz en acción desarma a la violencia, pero tiene que haber más gente que quiera vivir en paz, que sepa cómo conseguirlo y que enseñe a otros el camino. Que no haya dudas ni prejuicios en nada.
Nuestra maduración en las emociones, el silencio y la paz interior es la conciencia real de la existencia; lo contrario es la destrucción y el vacío. No aparentemos más. Aspiremos a ser gente de buen corazón y es el mejor regalo que nos podemos dar a nosotros mismos y al universo. Reconozcamos el espíritu destructivo de tendencias violentas que llevamos dentro. Una raíz que nos inclina al mal genera todas las emociones dañinas.