Los seres humanos enloquecemos en el sistema inhumano. Muy a menudo padecemos de insomnio, de ansiedad, morimos de infartos, de angustia y de soledad. Hemos perdido la conexión sincera con nuestros semejantes. Nos estamos olvidando y se están atrofiando las capacidades del aprecio sincero, del amor y de la amistad. El aislamiento en que vivimos nos está resultando demasiado caro. Ya no se aprecia el punto de vista ajeno porque la empatía y la benevolencia se han sustituido por la antipatía y la envidia. Sólo vemos ya las apariencias y recibimos malas sensaciones. La ceguera de la sociedad es un síntoma inequívoco de su decadencia. Está de moda desinteresarse, despreciar y olvidar a los demás porque son una molestia. Muchas son las causas que influyen en esta deformación emocional: la mala educación y el descuido emocional y el culto al rey dios dinero. Hay falta de fe en nosotros mismos, en la vida misma, y en todo lo que nos rodea.