El mundo en que vivimos es todo un espectáculo de locuras desbordadas, de desamores, de desilusiones, de ataques virulentos en las relaciones. Una de las razones fundamentales para vivir en este caos, que día con día adquiere nuevos matices, es que todo mundo se mira a través del mismo cristal, porque este mundo ha sido, proyectado y destruido por cerebros inhumanos, sin consideración a sus semejan tes. Los hombres y mujeres excepcionales que entendemos la vida de otra forma, desde la sintonía del “ser” somos capaces de elevarnos por encima de la mediocridad espiritual que prevalece. ¿Qué entiende la gente de su ser interno? Muy poco. Porque la alucinación y la ceguera de la realidad impuesta hacen olvidar el límite de la vida, hasta la propia muerte. La creación materialista del hombre es muy peligrosa y sobrepasa los límites de la naturaleza de una manera asombrosa por la destrucción que siembra.