¿Qué prosperidad puede haber en un mundo
tan injusto en donde la mayoría está inactiva
o se muere de hambre literalmente hablando?
Las tormentas verbales de la ira con sus atro-nadores
despidos y las súplicas tecnológicas,
son consecuencia de la dura e irracional mane-ra
de comportarse la materia gris insensible
de los grotescos seres humanos en que nos he-mos
convertido. La mayoría de los seres hu-manos
siguen engrasando las listas de la nece-sidad,
del hambre y de la miseria. ¿Dónde es-tá
la capacidad del ser humano para compren-der
que las cosas se están haciendo tan mal?
¿Dónde están los seres humanos que se dan
cuenta de la sed del corazón de la gente? ¿Qué
ser humano mercantilizado se da cuenta de las
necesidades de los demás? ¿Por qué nadie tra-ta
ya bien a sus semejantes y todo se vuelve
una farsa en las relaciones humanas, donde se
desborda la traición, la hipocresía y la locura?