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Nunca es demasiado tarde para rectificar y aprender

TORREÓN, COAH.- Nunca es tarde para aprender y mucho menos para rectificar. Es el refrán que tiene grabado en su mente Pablo Figueroa Figueroa, que pese a todas sus vicisitudes, ayer logró concluir su educación secundaria en el interior del Centro de Readaptación Social (Cereso).

Hace más de tres años que no ve ni a su esposa ni a sus hijas, pues ellas viven muy lejos, en Michoacán, pero su hermano que es operador de trailer, lo visita en forma regular y además tiene las fotos de sus seres queridos con lo cual se le hace más llevadera su estancia en el penal.

Pablo Figueroa Figueroa, de 49 años de edad, cumple una condena de diez años por delitos contra la salud en su modalidad de transportación de enervantes (mariguana). Ya lleva casi nueve años de prisión y pese a que en numerosas ocasiones se ha enviado su expediente para que la autoridad federal considere su caso y le otorgue el beneficio de libertad anticipada, hasta el momento ha sido negativo.

La necesidad de dinero fue el factor que lo orilló a aceptar un trabajo con un conocido de su ciudad natal, Sahuayo, Michoacán. La labor era sencilla, llevar una camioneta con camper que se la “iban a comprar” en la ciudad de Chihuahua.

Nunca pensó y mucho menos desconfió que en el interior del vehículo, ocultos entre la carrocería, iban decenas de kilos de mariguana. La Judicial Federal lo detectó y tras un penosos juicio en donde no valieron sus argumentos, lo sentenciaron a diez años de prisión.

Cinco de septiembre de 2003. Pablo, con el rostro lleno de arrugas por las largas noches de insomnio y los años de encierro. El cabello lleno de canas al igual que el bigote, vestido con una camisa a rayas, pantalón gris y botas vaqueras, sentado con sus compañeros bajo un pequeño cobertizo, escucha su nombre por el altavoz.

Orgulloso, se levanta en medio de un estruendoso aplauso que le brindan sinceros los demás internos, tras de cada uno de ellos se vive una historia muy similar a la de Pablo.

“El recuerdo de mi esposa e hijas y ahora de mi pequeña nieta, me ha dado fuerza para seguir viviendo y pagar mi falta con la sociedad. Sé que están lejos y no vienen porque no hay dinero para ello, pero me tienen en su mente y en su corazón”, asegura el graduado de secundaria.

“Mi primaria aquí la terminé y ahora hago igual con la secundaria. Es buena la oportunidad que se nos da aquí adentro a quienes infringimos la Ley. Sólo espero terminar mi condena para salir a reunirme con mi familia y ponerme a trabajar. Eso sí, en algo honrado”, aseguró.

Contento por el logro alcanzado, Pablo Figueroa Figueroa se aleja para mezclarse con sus compañeros y aunque para mucha gente terminar la enseñaza media no significa mayor reto, para él representa un nuevo comienzo que desea hacer con sus seres queridos que lo esperan más allá de los muros del penal.

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