Frecuentemente acuden a la consulta del otorrinolaringólogo, pacientes, en su mayoría del sexo femenino y de edad entre 30 y 50 años, refiriendo dolor a nivel del oído, ya sea de un lado, de otro o de ambos.
Habitualmente son pacientes que ya han recibido varios tratamientos a base de gotas para el oído sin lograr mejoría, por lo cual el médico general refiere a dichos pacientes al especialista de los oídos.
Al efectuar el interrogatorio se encuentra uno con un paciente angustiado al parecer sólo por su molestia ótica. Al preguntarle sobre su dolor, encontramos que éste irradia hacia el cuello o hacia la cabeza del mismo lado del oído doloroso, con aumento de la sensibilidad local, zumbidos, y en ocasiones mareo.
A la exploración se encuentra un oído completamente sano, tanto en el conducto auditivo como en la membrana timpánica, y al tocar la articulación de la mandíbula del lado doloroso se provoca un dolor intenso que aumenta si le pedimos al paciente que abra y cierre la boca.
A esto se la conoce como síndrome doloroso temporo mandibular, el cual es poco conocido por el médico general o por médicos de otras especialidades, motivo por el cual no siempre se llega a un diagnóstico temprano. Además de esto, cuando se le informa al paciente que su oído se encuentra sano y que su problema se encuentra en la mandíbula, se ve sorprendido e incrédulo al grado que en ocasiones no acepta continuar su tratamiento y opta por pedir otra opinión.
La causa principal de este síndrome doloroso, según las investigaciones recientes, se debe a estrés o ansiedad, sin embargo también puede haber causas orgánicas locales tales como ausencia de piezas dentales o trabajos recientes efectuados por un dentista, así como uso de prótesis dentales mal ajustadas que provocan en el paciente una mala oclusión dental (esto quiere decir que el cierre de una arcada dental con la otra no es parejo).
A estos pacientes se les debe efectuar un estudio radiológico preciso para descartar desgaste de las superficies articulares, y una valoración a fondo por el cirujano maxilofacial. El tratamiento médico instituido por el otorrinolaringólogo consiste en una educación al paciente sobre su problema con una breve demostración de la anatomía de la articulación mandibular y sus relaciones con el oído y su innervación.
Posteriormente se le da una lista de instrucciones tales como calor local y masaje y finalmente se le prescribe analgésicos, es preferible no usar tranquilizantes ni narcóticos para lo cual es necesario que el paciente acuda a recibir ayuda de un especialista en el área de la psicología o psiquiatría cuando así lo requiera. Con estas medidas se llevan a cabo mejorías hasta de un 75 por ciento y el resto que no responden se maneja por maxilofacial con tratamiento quirúrgico y odontológico.