La temporada de lluvias es un martirio para todos los habitantes de esta populosa colonia de Gómez Palacio
GÓMEZ PALACIO, DGO.- Cada vez que llueve, los habitantes de la Tierra y Libertad ya saben lo que les espera: goteras, lodo, charcos e inundaciones.
Ubicada desde hace 12 años en los terrenos a desnivel de las antiguas ladrilleras, esta colonia enseña a sus visitantes y residentes el rostro gris de la pobreza y la marginación.
Producto de las invasiones de inquilinos expulsados de hogares de renta y de migrantes del campo a la ciudad, la Tierra y Libertad sigue padeciendo carencias y sus pobladores no han podido abandonar el cinturón de la miseria que los envuelve.
Apenas hace tres años les fue instalado los servicios de drenaje y de agua potable; antes, las fosas y el acarreo del líquido era lo cotidiano.
Hoy, sus calles todavía carecen de pavimento y cordonería. El alumbrado público es escaso. El suelo sobre el cual viven alrededor de 50 familias es irregular y muy propicio para las inundaciones.
“Nomás llueve y se hace el atascadero, tiene que andar uno entre el soquete”, platica María Antonia Puente Márquez, de 28 años de edad.
Y es que, según explica, el pozo en el cual se encuentran sirve como desagüe para las colonias aledañas, las cuales se encuentran ligeramente arriba de la Tierra y Libertad. “Si aquí parece río y laguna cuando caen las trombas, el agua se nos mete hasta las casas”, expresa.
María Antonia vive con su marido y tres hijas en una jacal de cartón, reja de madera y hule. A falta de recursos, no han podido fincar sobre su terreno, el cual ocupan desde la invasión y que con mucho esfuerzo, dicen, pudieron comprar.
“Nadie nos ha apoyado con materiales, de vez en cuando nos dan cartón y hule, pero casi nada... lo que nos hace falta es material para hacer aunque sea un pie de casa”, cuenta la señora Puente Márquez.
De acuerdo a lo que cuenta, hace dos años se acercó una líder del PRI, en tiempos de la campaña de la entonces candidata a la alcaldía Leticia Herrera, “nos dijeron que nos iban a ayudar, pero luego ya no se volvieron a aparecer”.
Su esposo, José Santos Jiménez Espinoza, trabaja en la obra y gana a la semana cerca de 600 pesos, lo cual apenas les alcanza para comer... “y eso, a veces, porque luego uno no come con tal de darles estudio a las niñas”.
La luz para sus jacales la toman colgándose de las líneas. “Es que no podemos pagar, sale muy caro”, alegan.
María Luisa Flores tiene 34 años, es madre de tres hijos, es vecina de María Antonia y padece similares circunstancias. “Mi esposo es jardinero, trabaja junto con su hermano y entre los dos sacan al día como 200 pesos”.
Su hogar también es un jacal y el piso es de tierra. Ella vivía antes en el ejido Jaboncillo y la señora Puente en Torreón en casa de renta.
Parece que para ambas es mejor tener su hogar propio aunque sea en estas condiciones, que andar de un lado a otro.
Diferencias
A pesar de ser seis años más joven que su vecina Tierra y Libertad, la colonia José Rebollo Acosta luce menos síntomas de marginación.
Las casas son en su mayoría de materiales resistentes. Cuentan con una escuela propia, la cual lleva el mismo nombre. Su ubicación impide que existan las inundaciones que sí sufre la Tierra y Libertad.
Según Aureliano Saldaña, lugareño y antiguo poblador de Guadalupe Victoria, todo lo han conseguido a base de esfuerzo y “puro trabajo, ahorita ya estamos descansando, porque antes era trabajar hasta sábados y domingos enteros”, comenta.
No obstante, las calles todavía no cuentan con asfalto ni banquetas.
Desde la cochera de su casa, frente a la escuela, Aureliano dice: “poco a poco, falta, pero ‘ai’ la llevamos... a los que sí les va mal son a los de la Tierra y Libertad”.
NECESIDADES
La marginación de los habitantes de Tierra y Libertad se aprecia en:
- Sus escasos ingresos económicos.
- Sus casas de cartón, hule y madera.
- Sus calles irregulares y sin pavimentar.
- Las inundaciones que padecen cada vez que llueve.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón.