Se calcula aproximadamente en once mil los candidatos que desde hace unos meses hacen frenética labor proselitista a lo largo de toda la república para aspirar a algunos de los cargos de elección popular que se disputarán el próximo domingo seis de julio, tanto para la renovación de la Cámara de Diputados federal; como otros en congresos locales, así como para posiciones municipales en disputa y para los ejecutivos de los estados en los que también habrá elecciones locales empatadas.
En virtud de la enorme cantidad de candidatos en campaña las calles de nuestras ciudades se encuentran “decoradas” con plásticos y pintadas en bardas de los más diversos colores y con toda clase de fotografías que ilustran a los personajes que pretenden llegar al ansiado sitio por el que contienden. Todo ello solamente está provocando el incremento de la basura que diariamente se recolecta en la vía pública así como la contaminación visual.
Esa proliferación de candidatos también ha provocado que medios informativos fundamentalmente los audiovisuales: radio y TV incrementen el número de espacios dedicados a la publicidad y la propaganda, con grandes utilidades para los concesionarios debido a la correlativa proliferación de spots propagandísticos de partidos políticos y candidatos.
Desgraciadamente dicha cantidad no tiene su correspondencia en la calidad de los mensajes difundidos, bien sea en la propaganda impresa que se cuelga en árboles, postes, bardas, pasos a desnivel, puentes peatonales etc., o en la propaganda de los contenidos de dichos spots televisivos y radiofónicos.
Esta ha sido una campaña muy superficial en cuanto a propuestas concretas a realizar hacia los electores. Ha sido una campaña de ataques al adversario, llámese partido o candidato, a veces hasta de insultos pero muy pocas veces de compromisos y de propuestas concretas, con lo que las preguntas naturales que surgen al contemplar toda esta situación podrían ir más o menos en el siguiente tenor: ¿Valdrá la pena todo el esfuerzo económico que realiza el conjunto de la nación mexicana a través del subsidio a los partidos políticos, para que el resultado que manifiestan con vistas a las elecciones sea tan pobre?
¿La cultura política integral, no solamente la electoral, se ve fortalecida con tan baja calidad del mensaje partidista, en las propuestas de campaña que se plantean a través de la propaganda exhibida?
¿Tiene razón de ser la existencia de tantos membretes que aparentemente representan a 11 partidos políticos ante una pobreza tan manifiesta de propuestas políticas de cuando menos siete de ellos?
¿No habrá una gran inflación de partidos y una profunda devaluación de propuestas, en momentos en los que la situación económica del país aconsejara la auténtica austeridad republicana?
¿Tal profusión de propaganda barata y superficial no acabará siendo la determinante del hastío que muchos ciudadanos muestran ante los partidos políticos y que puede repercutir en índices de abstencionismo superiores al 60% del padrón, el próximo seis de julio?
¿Quién limpiará nuestras ciudades una vez que pasen las campañas?
Qué duda cabe que la construcción de una democracia participativa, responsable y activa cuesta... y no solamente dinero, sino sobre todo imaginación, compromisos y propuestas; sin embargo ante la proliferación partidista de tan bajo perfil no es previsible afirmar que esté sirviendo para la conformación de esa democracia de la transición que todos anhelamos.