Niños de la calle o niños en la calle, el meollo es que hay pocas instituciones que se aboquen a atender el problema
A sus doce años, Francisco debe contribuir al gasto familiar con 30 de los casi 50 pesos que gana a diario; el resto lo gasta en dulces, papitas y refrescos. Ver a sus pequeños hermanos y a sus padres trabajar junto a él en la búsqueda de desechos con algo de valor es cotidiano, como también lo es el problema de la drogadicción y la deserción escolar.
Le gusta el futbol. Sin embargo, no tiene la esperanza de sobresalir ni en el deporte ni en la escuela. Para él, encontrar un buen juguete que otro niño ya no quiso y tiró a la basura es un gran hallazgo. Detectar un envase con residuos de inhalante es motivo de morbo y de jugueteo con los cuates.
Permanecer cada día por más de diez horas en el relleno sanitario es su realidad, la única que conoce, en la que ya han vivido ahí tres generaciones distintas: abuelos, padres y él con sus hermanos.
Según cifras del Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Riesgo (PAMAR), más de 300 niños viven en las mismas condiciones que Francisco, en lo que hasta hace unos meses fue el basurero municipal.
Ahí, el imperio de los menores son los montones de desecho. Sus corceles los representan los famélicos perros. Su diversión, el futbol improvisado y las carreras de saltos, donde demuestran quién puede trepar una camioneta repleta de desperdicio con la mayor pericia y en el menor tiempo posible. El héroe de la competencia es el que reciba más monedas por ayudar a la descarga de los vehículos.
“LO MÁS GRAVE”
La pobreza, la marginación y la desintegración familiar son los principales motivos por los que un niño sale de su casa a trabajar, a buscar amistades y a conformar con sus iguales una nueva familia.
En el padrón de los sistemas estatal y municipal del DIF en Durango, se contempla que hay cerca de 300 niños laborando en las calles de la ciudad. Pero la cifra se duplica, pues en el relleno sanitario la cantidad es similar.
“Ahí sí que son deprimentes las condiciones de vida de los niños”, reconoce Joel Corral Alcántar, director de la instancia gubernamental en la capital. “Ésos son los datos que se conocen; no obstante, es muy probable que haya muchos más menores en la misma situación a nivel municipal”.
El término ‘niños de la calle’ ya no es aceptado por las autoridades; ahora les llaman ‘niños en la calle’. De cualquier forma, entran en esa categoría todos los que salen a buscar un ingreso económico cada día para el sostenimiento de la familia.
EXPLOTACIÓN Y LUCRO
Del total de los que sí están en los registros oficiales, se estima que un 25 por ciento son niñas y el resto niños. La “Ruiz Masseu” y la “Del Valle” son las colonias donde se presenta con más agudeza el problema de la presencia de menores viviendo en la vagancia.
El Sistema DIF Municipal explica que el factor común en un 80 por ciento de los casos de ‘niños en la calle’ es la explotación por parte de los padres o los familiares hacia los infantes; en segundo lugar se encuentra el alcoholismo y la drogadicción de los adultos, y en tercer sitio la desintegración familiar.
Pero no se puede perder de vista un dato adicional. En los PAMAR se han hecho estudios sobre los motivos por los que hay tantos niños que viven o permanecen buena parte del día en la vía pública. El resultado: en promedio ganan de 250 a 300 pesos diariamente, lo que representa casi ocho salarios mínimos.
Esa jugosa ganancia por subir a los camiones a vender golosinas, por hacer el papel de payasitos, por realizar malabares en los cruceros, por vender periódicos, por limpiar parabrisas y por pepenar basura, incluso, no es tan despreciable. Ganan hasta tres o cuatro veces más que un obrero dedicado 12 horas a una maquiladora.
ACEPTACIÓN
Belem Ramírez ya pasa de los 50 años, y desde hace más de 15 se dedica a la búsqueda de cartón, plástico, vidrio o aluminio en el relleno sanitario. A las seis de la mañana se despierta. Y si es posible y si la comida alcanza, desayuna algo. Sale de su casa en la colonia Ampliación Rosas, y para las siete de la mañana en punto ya se encuentra entre los cerros de basura.
-¿Por qué llega tan temprano?
“Pues porque le avanzamos. Ya más tarde, como hay más gente, saca uno menos. Nosotros juntamos cartón”.
-¿Esto cuánto le da al día para vivir?
“En veces sacamos 700 pesos semanales. Juntamos cartón y botella, en este momento, porque lo están pagando mejorcito”.
-¿Pero, entre cuántos sacan ese dinero a la semana?
“Semos varios. Semos seis (sic). Yo, mi esposo y cuatro hijos”.
-Señora, ¿por qué hay tantos niños aquí, en el relleno?
“Pues tal vez como no hay clases, los que estaban en la escuela se vienen también a liebrar, a subirse en las camionetas y ya les dan un peso o dos”.
-¿Sus hijos así empezaron?
“Sí, así empezaron. Ahora tienen entre 27 y 16 años de edad”.
-¿Alguno tiene problemas con la droga?
“Pues sí, sí tienen, ¿para qué le digo que no?. A pesar de que no me consta, una de madre sabe. Si les gusta, ¿pa’qué dice uno que no?”.
-¿Y todos se drogan?
“No, el más chiquito, de 16 años, creo que todavía no”.
DELINCUENCIA SEGURA
El doctor Joel Corral Alcántar, director del DIF Municipal, concluye que la mayor parte de los niños de la calle serán delincuentes en cuanto empiecen a dejar la infancia.
En las colonias Zapata, Ampliación Rosas, Octavio Paz, Benito Juárez y muchas otras de la zona oriente de la ciudad, la actividad económica más común entre los pobres es la misma que realiza Francisco, ser ‘pepenador’, al igual que cientos de personas en el relleno sanitario.
Él vive en la Jardines de Cancún. Y desde hace varios años, cada día se traslada en una desvencijada camioneta a los terrenos de lo que algún día fue el basurero municipal.
En apariencia y bajo la óptica del grueso de la ciudadanía, ese lugar es despreciable. Pero para “Pancho”, como le llama su numeroso grupo de amigos, a pesar de que convive con muchísimos drogadictos y que el ambiente no es el ideal para un infante, ese sitio está lleno de anécdotas, de cuates, de experiencias, de diversión.
Antes de acabar la entrevista, a cambio de la que pedía unas monedas, reconoce entre risas junto con sus amigos: “Ya sabemos cómo fuman el cristal los mari... los marihuanos, pues. Es como harina. La ponen en papel aluminio. Le ponen un cerillo o encendedor por debajo. Con una pluma jalan el humo y se lo meten todos por la boca...”
De los 270 niños que están registrados en el padrón del Sistema DIF Municipal, solamente entre 70 y 80 forman parte del Programa de Atención a Menores y Adolescentes en Riesgo. Y de los 300 infantes que viven en torno al basurero municipal, otros 70 forman parte del proyecto de la estancia que fue instalada en el lugar, donde se les dan servicios integrales y clases de diversas disciplinas.
La inauguración del albergue de PAMAR fue programada para la semana segunda de agosto. Su capacidad será para 220 personas y el modo de operación será el siguiente: ingresar a menores en riesgo a ese establecimiento, dejarlos en observación entre dos y seis días, para luego canalizarlos con sus padres después de una etapa de concientización de los mismos.
Aunado a la referida estancia, fueron creados tres talleres protegidos en el mismo sitio, ubicado en el bulevar Dolores del Río esquina con Gómez Palacio. En tales planteles se impartirán clases de hechura de piñatas, escobas y trapeadores, así como panadería, con el propósito de que, si ya son parte de una actividad económica o están en el subempleo, es mejor que se incorporen a trabajos más especializados en empresas locales.
Riesgo
Menores en la calle
Con base en datos oficiales, los infantes que pasan gran parte del día trabajando en la vía pública corren graves peligros y se exponen a los problemas sociales de mayor riesgos de la ciudad.
Son vulnerables a...
*La explotación por parte de padres o familiares.
*La drogadicción y todo tipo de vicios.
*Caer en la delincuencia.
*Sufrir un accidente o ser mal tratados.
*Dejar la escuela.
*Abandonar el núcleo familiar.
*Problemas de salud severos sin atención.
*La marginación social.
Fuente: DIF Municipal.
Numeralia
600 niños estima la autoridad que laboran en la vía pública en la ciudad de Durango.
300 se localizan en las arterias de la capital y en colonias marginadas; los demás, en el basurero municipal
25% de los menores que trabajan en la calle son niñas; el resto, niños.
300 pesos diarios llegan a obtener, aproximadamente, los vendeperiódicos o limpiaparabrisas; en el relleno sanitario obtienen 50 ó 60 pesos de ganancia.