E D U A R D O
Eres como un sol ajeno
el que ilumina de lejos
por hacer siempre lo bueno
añoro los tiempos viejos.
Tú que nunca te has cansado
de hacer el bien desde chico
huellas de amor has dejado
en un corazón contrito.
Que Dios bendiga clemente,
a este trabajador niño
que tapice a bien su mente
con su ayuda y su cariño.
Es Eduardo justo y noble
de él no acabaría de hablar
como amigo y como hombre
nomás le bastó heredar.
Te felicito deveras,
por esa gran elección,
que Dios quiso la escogieras
como premio a la razón.