Conaculta y el Colegio de Michoacán publicarán refranero de Herón Pérez
SUN-AEE
MÉXICO, D. F.- Dicen que las palabras se pulen de boca en boca. En el habla nacen, crecen, se reproducen.
En el silencio mueren. Refranes y albures son expresiones que la gente usa cotidianamente, y desde hace mucho tiempo, no sólo como puntos de acuerdo literarios, sino también como reflejos lingüísticos ante estímulos predeterminados.
Van de la agresión a la reflexión, de lo sublime a lo grotesco, de la discreción al estallido.
Habla aquí un experto en lo que a refranes y albures concierne, que pesca expresiones en el aire y las traslada al libro como mariposas disecadas.
“Los refranes viven mientras se usan”. Herón Pérez lleva 18 años en el estudio de estas sentencias de sabiduría popular.
“Conmigo andarás descalza, pero con la barriga llena”, porque “donde hay amor hay dolor”, y es que “la mujer por lo que valga, no sólo por la nalga”, y “si tú eres el mismo diablo, yo seré tu San Miguel”.
Aunque siempre ha usado los refranes, Herón Pérez jamás imaginó que llegaría a dedicarles tantas horas de estudio, recopilación y reflexión.
Pero “el que persevera alcanza”, y el resultado de tan ardua tarea es el libro Los Refranes del Hablar Mexicano del Siglo XX, editado por Conaculta y El Colegio de Michoacán, en el que compila más de cinco mil sentencias usadas en la pasada centuria en nuestro país.
“Al mal paso darle prisa”, dice don Herón, académico de la lengua, y cuenta que a principios de 1985, cuando ingresó a el Colegio de Michoacán, estaba trabajando el tema de la intraductibilidad. Como conejillos de indias tomó a los refranes para tratar de traducirlos a otros idiomas, pero se dio cuenta de que era muy difícil.
Ya una vez que los vio de cerca se sintió “como Pedro por su casa” y de inmediato Pérez se consiguió un refranero escrito por don Darío Rubio en la década de los 30 o 40. Decidió actualizar la investigación y en seis años creó el refranero más grande con que se haya contado en este país.
Y como “bueno es raspar, pero no arrancar los magueyes”, don Herón dice haberse ayudado mucho del índice de mexicanismos de don José Luis Martínez. Su sapiencia en los refranes lo llevó a hacer las anotaciones de el Refranero Mexicano que publicará el Fondo de Cultura Económica.
Juntó refranes de sal, de chile y de manteca. Todos son bonitos, dice, pero denotan un distinto origen. Unos tienen un pasado más literario que otros que muestran una manufactura netamente popular. Se pulen al pasar de boca en boca porque la oralidad es su ambiente natural.
Y como “dadas, ni las puñaladas hacen daño”, don Herón aporta datos nuevos al estudio de los refranes: “Son textos del argumentar cotidiano, en ellos se apoya la gente para sus alegatas. Son puntos de acuerdo de una cultura y, por otro lado, son textos que sirven de base para salvar discusiones. Vistos de cerca se puede estar en contra de muchos de ellos, y para cada refrán hay un contra refrán”.
Don Herón sabe que “no es lo mismo que lo mesmo”, por eso afirma que los refranes son de las cosas más profundamente arraigadas en la conciencia popular, muchos vienen de la experiencia: “más vale pájaro en mano que ver un ciento volar”; o “más vale un toma que dos te daré”.
Los refranes andan de boca en boca, concluye don Herón, no necesitan pasaporte para viajar de una cultura a otra, no tienen autor y permanecen hasta que son útiles. Cuando ya nadie los usa, desaparecen. O sea que lo que no se habla, se pudre.