Arturo González González
El Siglo de Torreón
TORREÓN, COAH.- Desde las alturas de la estructura de metal y concreto, bajo el inclemente sol de media mañana y realizando un esfuerzo extenuante, los trabajadores del Distribuidor Vial Revolución ven pasar al gobernador Enrique Martínez y Martínez a un lado del alcalde Guillermo Anaya Llamas, quienes caminan rodeados de un contingente.
Cerca de las diez con quince dio inicio este acto que los organizadores —la Secretaría de Urbanismo y Obras Públicas del Gobierno de Coahuila— llamaron “Open House” o “Casa abierta”.
Según lo que el propio Martínez y Martínez explica, este tipo de eventos se realiza comúnmente en los Estados Unidos para que “la gente se acerque a conocer las grandes obras que se realizan, ya que, una vez en funcionamiento, pues resulta difícil hacerlo”.
Pero, entre los asistentes, que no llegan a los 200, se cuentan por mayoría los funcionarios (de diversos niveles), organizadores, constructores, reporteros y fotógrafos.
Sobre el Periférico, entre la prolongación Juárez y el bulevar Revolución, dio inicio el recorrido que consistió en la visita a diferentes módulos en los que se hacían explicaciones sobre aspectos importantes de la construcción de este Distribuidor Vial, tales como las rampas de acceso, la superestructura, entre otros.
“Un aplauso a los albañiles que en este sábado siguen trabajando para hacer realidad esta obra”, se escucha por las bocinas. La respuesta a la solicitud del guía es una raquítica carretada de aplausos.
Mientras los distinguidos visitantes avanzan a la sombrita que dan los toldos de los estantes, José Luis Rodríguez observa mientras carga una de las bases tubulares amarillas para armar uno de los andamios que sostienen la estructura mientras va tomando forma y firmeza la parte en construcción.
Un compañero de él, de nombre Pedro Fuentes, es uno de los que se encargan de armar la cimbra de una de las rampas. “Necesitamos amacizar todo para que cuando le estén echando el concreto no se venga abajo”.
De ocho de la mañana a seis de la tarde, Pedro desempeña su labor que, en gran medida consiste en cargar unas barras de cerca de 40 kilos y subirlas por los andamios para luego sujetarlas en lo que se lleva de la estructura. Por este “jale”, gana alrededor de mil quinientos pesos a la semana.
El contingente con las autoridades al frente, pasa con bolsas de jugos que les fueron proporcionados en uno de los estantes. Al llegar al módulo de despedida, se presentan carteles explicativos con fotografías de otras obras realizadas por el Gobierno del Estado.
Una vez que se dispersa y se va la gente, José Guadalupe Mireles sigue laborando mientras se le pregunta:
¿Vieron al Gobernador?
—Sí
¿Lo saludaron?
—No, ni se acuerda de nosotros.