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Parálisis

Jorge Zepeda Patterson

¿Qué pasaría si Fox se presentase a fines de esta semana, en un mensaje televisado a todo el territorio, para dar a conocer a la Nación la composición de un nuevo gabinete y el relanzamiento de su plataforma de gobierno para la segunda mitad del sexenio? ?El electorado nos ha llamado la atención y esta es nuestra respuesta?, diría el Presidente. Desde luego sería una maniobra arriesgada. ¿Pero en verdad corre riesgos alguien que se encuentra moribundo?

Sólo algunos adivinaron que el águila amputada, obra de los creadores de imágenes de Fox, que ahora nos sirve de escudo nacional, terminaría siendo una metáfora del sexenio. Un escudo rasurado para un sexenio rasurado. ¿Para una Presidencia rasurada? No es una alegoría descabellada: muchas personas creen firmemente que, para efectos prácticos, este sexenio sólo duró tres años (muchos otros no estarían de acuerdo; sostendrían que el sexenio en realidad duró sólo los primeros seis meses).

Lo cierto es que los siguientes tres años no se perfilan como una época de jauja para los habitantes de Los Pinos. Podrían convertirse en un largo bostezo en espera de que algo suceda en el 2006. En los primeros tres años el Congreso no dio a Fox ningún motivo para festejar. No le dio pero tampoco le quitó. No fue un Congreso hostil, simplemente no colaboró con el Ejecutivo. En ocasiones por ?mala leche? pero la mayoría de las veces por burocratismo e incapacidad de los operadores políticos para llegar a consensos mínimos. Pero la Cámara de Diputados que debutará dentro de unas semanas será otra cosa. La oposición dominará más comisiones que en el pasado y, sobre todo, comisiones mucho más poderosas. Comisiones capaces de convertirse en verdaderos dolores de cabeza, instigadoras de indagaciones, detonadoras de escándalos en la administración pública.

No nos engañemos, el PRI tiene una obsesión y al servicio de ella subordinará todos sus actos: recuperar la silla presidencial en el 2006. Su nueva ?mayoría? en la Cámara de Diputados servirá a ese propósito. Debilitando al Ejecutivo, cuestionando sus acciones, ridiculizando sus errores, estorbando sus presupuestos.

Desde luego el PRI también seguirá teniendo cola que le pisen, lo cual en teoría le obligaría a negociar pactos con el Gobierno Federal. Pero, para desgracia del PAN, las escasas cartas de negociación que pudieron haber sido las denuncias contra políticos del régimen anterior resultaron mínimas e insuficientes. Dicho sea de paso, todos esperábamos que un gobierno de alternancia hubiese hecho un ajuste de cuentas con la corrupción del pasado pero, paradójicamente, el gobierno panista resultó más tibio incluso que cada gobierno priista con su antecesor.

Ahora bien, es lamentable que la oposición tienda a ser egoísta, irresponsable y destructiva cuando se avecinan elecciones importantes, pero es una realidad que con mayor o menor intensidad sucede en todos los regímenes democráticos. Lo que resulta inexplicable es la parálisis del gobierno que parece dispuesto a quedarse cruzado de brazos.

Optimismo

destructivo

¿Cómo explicarse la aparente tranquilidad de Fox en medio del naufragio de su administración? ¿Cuáles son las razones para que una persona se quede paralizada cuando debería estarse moviendo? Podrían ser varias (descartado el pánico escénico, que no califica en alguien con el gusto por las candilejas de Fox). Primero, una persona mantiene la parálisis porque no sabe que está detenida; cree que se está moviendo aunque no se desplace un centímetro. Segundo, sabe que debería moverse pero no tiene idea de la dirección a tomar; prefiere abstenerse que incurrir en un riesgo mayor. Tercero, sabe que está detenido, pero la espera es una estrategia en tanto se precipita algo que habrá de mejorar el entorno.

La parálisis de Fox se alimenta de una mezcla de estos tres motivos. El Presidente cree que las cosas marchan mucho mejor de lo que son; se aferra a un par de datos positivos y sobre ellos construye el edificio de su optimismo. Por lo demás, incluso sabiendo que hay cosas que deberían mejorar, desconoce cómo hacerlo. Fox designó a un gabinete para que administrara el país y punto. Después de eso se ha dedicado a hacer las relaciones públicas de la Nación. No ha construido, ni exigido a sus colaboradores, proyectos de país o programas radicales capaces de imponer la huella de la alternancia. Por último, en círculos presidenciales se espera un repunte de la economía en el último tramo del sexenio y en ello cifran sus esperanzas de hacer un cierre decoroso y reivindicador.

Es una lástima que la mediocridad y la pasividad reinen en el corazón de un hombre que pudo haber cambiado la historia del país. Quienes han conversado con él los últimos días hablan de que el Presidente se muestra ausente, distraído (?ido? para ser más exactos). ¿Será demasiado tarde para intentar aún un escape hacia delante? ¿Para convertir la derrota en oportunidad? ¿Para iniciar cruzadas, sueños y movilizaciones? ¿Será demasiado tarde para que el Presidente cambie medio gabinete y dé por iniciado, y no por terminado, el sexenio? (jzepeda52@aol.com)

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